Grisel Mayen Silva, quien forma parte de la Federación de Colegios de Profesionistas (Fecop) acusó que la campaña de certificación que se emprendió desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha derivado en un incremento de profesionistas “patito”.

En el caso de la cirugía estética, se tienen identificados unas ocho clínicas que pese a que tienen permiso de operación por parte de la autoridad, el curriculum y la preparación de sus médicos es deficiente.

Esto se debe a que se ha puesto de moda que una persona se inscriba a un diplomado o a una especialización y tras unos meses de estudio obtenga un diploma a pesar de no tener ninguna preparación previa.

“La persona que tiene el problema al final es el paciente, es decir la persona que llega, hablando de cirugía plástica, con el deseo de modificar su imagen y llega con alguien que no es cirujano plástico y solamente tuvo un diplomado de unas semanas y ya con ello hace cirugías”.

Aunque la usurpación de funciones es un tema que afecta al 100 por ciento de las especialidades, en el caso de la medicina el riesgo es mayor porque se habla de poner bienestar de las personas en manos de charlatanes.

En el caso de la cirugía plástica, los pacientes deben pedir al especialista su título, su clave de licenciatura, de especialidad y la certificación del consejo, los cuales de inicio deben exhibirse en cada uno de los consultorios.

Acudir con un médico que no cuente con todos estos significaría para el paciente un riesgo innecesario porque si bien es difícil determinar el número de casos si se tiene registro de pacientes que fueron víctimas de negligencia.

La falta de estadísticas al respecto se debe a que los pacientes de cirugía estética solo buscan mejorar su imagen, cuando son víctimas de un procedimiento deficiente, lo único que quieren es mejorar el resultado y se abstienen de presentar una denuncia.