Francisco de Quevedo, con licencia para espiar

Francisco de Quevedo alcanzó la posteridad literaria, pero eso no quiere decir que a lo largo de su vida no buscara también otro tipo de gloria más mundana y terrenal. Cojo y miope, difícilmente podía hacerlo en el campo de batalla, uno de los caminos habituales en la España del siglo XVII para ascender socialmente. […]

15/05/2017

Francisco de Quevedo alcanzó la posteridad literaria, pero eso no quiere decir que a lo largo de su vida no buscara también otro tipo de gloria más mundana y terrenal. Cojo y miope, difícilmente podía hacerlo en el campo de batalla, uno de los caminos habituales en la España del siglo XVII para ascender socialmente. Así que no le quedó otro camino que utilizar su portentosa inteligencia para trabajar como un verdadero agente secreto a las órdenes de Pedro Téllez-Girón y Velasco Guzmán y Tovar,más conocido en la historia por su título de duque de Osuna, quien había sido su compañero de estudios.

El duque no ocultaba una gran ambición, y para conseguir sus propósitos no dudó en utilizar los servicios de Quevedo para enviarlo a Madrid y que le consiguiera el favor de la Corte para ser nombrado virrey de Nápoles en 1616. Previamente había ocupado el mismo cargo en Sicilia, donde se había destacado al armar una flota que se dedicó a practicar la piratería contra los turcos. Por entonces, Italia era un complicado tablero de juego en el que chocaban los intereses de todas las potencias de la época. Y en ese tablero destacaba una pieza minúscula en territorio pero que aún conservaba un gran poder marítimo que la hacía muy atractiva como aliada: Venecia.

 

Felipe III había firmado la paz con la Serenísima tras haberla tenido de enemiga durante largo tiempo. Al duque esa paz no le convenía, y pasó a dirigir su piratería contra los venecianos, a pesar de que Madrid no tenía ningún interés en que la paz se rompiera. Por su parte, Venecia utilizó igualmente a corsarios extranjeros, sobre todo franceses, para hostigar a los españoles. La paz, como puede verse, podía ser también en aquellos tiempos un concepto más teórico que real.


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