Con un marcador contundente de 4-2, Francia obtuvo su segundo campeonato del mundo. Fue un viaje largo, cansado, una travesía de 32 días, más de 630 minutos, fueron siete enfrentamientos a muerte.

Hoy, Francia logró lo que en su momento Napoleón no pudo, conquistar Rusia.

Pero esta vez no fue con armas, si no con goles.

Hoy, el ejército comandado por Didier Deschamps hizo cimbrar toda Rusia.

La Marsellesa se escucha como cántico de victoria.

Y si bien el marcador final no demuestra lo que pasó en la cancha porque enfrente hubo un rival que corrió, luchó y se entregó, un digno finalista.

Croacia hizo historia de la mano de Luca Modric quien fungió como un auténtico orquestador, fue quien movía los hilos para derrotar el muro francés.

Mismo que fue siempre bien reguardado por sus gladiadores, que si bien Lloris se equivocó en una ocasión, supieron salir librados.

Y cuando los franceses se dispusieron a ofender lo hicieron con gran efectividad.

Lo que hicieron a lo largo del mundial hoy lo ratificaron.

Y es que nadie pudo con la calidad y talento de Griezman, con el ímpetu de Pogba y mucho menos con el hambre de Mbappé.

Esta escuadra se llenó de gloria y sus nombres quedarán grabados con letras de oro.

Y podrán sentarse junto a hombres como Zidane y Platini en lo más alto del fútbol francés.

La copa que se llevan a casa será reguardada junto a la del 98 y se convertirá en patrimonio de la nación, no se si con igual o más valor que la mismísima Torre Eiffel.