Cárceles en México son zonas de exterminio: Lemus
El escritor Jesús Lemus, autor de los libros Los Malditos y el Último Infierno, criticó que en México las cárceles son verdaderos centros de exterminio para los reclusos, sin importar el grado de peligrosidad de cada uno. Recluido durante tres años y cinco días en el penal de Puente Grande junto a grandes capos y […]
El escritor Jesús Lemus, autor de los libros Los Malditos y el Último Infierno, criticó que en México las cárceles son verdaderos centros de exterminio para los reclusos, sin importar el grado de peligrosidad de cada uno.
Recluido durante tres años y cinco días en el penal de Puente Grande junto a grandes capos y acusado de delitos federales por una investigación periodística en Michoacán, Lemus señala que dentro de los penales la posibilidad de una readaptación social es una utopía.
Su libro, además de ser una crónica personal y de retratar la realidad del sistema penitenciario en México busca que la gente conozca, desde otra perspectiva, a quienes están recluidos en las celdas mexicanas.
“A mi me tocó ir a parar a la cárcel de Puente Grande y me tocó estar conviviendo con los reos más peligrosos del país y trato de hacer un retrato periodístico de cómo viven los reos y cómo piensan ellos”.
Destaca que al margen de los delitos por los que cada uno purga una pena al interior del penal, la solidaridad entre los hombres detenidos se da de persona a persona, sin juicios de por medio.
Su ingreso a Puente Grande se dio luego de la fuga del capo sinaloense, hoy recluso en una cárcel estadounidense, Joaquín Guzmán Loera y esto provocó que las medidas de seguridad por parte del personal de guardia fueran más intensas.
Previamente, el capo “era quien decidía cuales eran las políticas de seguridad, qué se comía, qué actividades se realizaban, qué reos salían a actividades, cuando se fuga se vuelve una prisión más férrea”.
Es entonces cuando el gobierno federal convierte las cárceles en centros de exterminio porque los reos no pueden salir de sus celdas durante 24 horas al día, las actividades al aire libre se restringen a 15 minutos una vez a la semana, y otras más.
Esto no significa que las cárceles hayan dejado de regirse por las decisiones de un autogobierno, algo que incluso la Comisión Nacional de Derechos Humanos reconoce.


