Columna de columnas nacional (20 jun 17)
Desde la redacción de @loscabareteros ponemos a su consideración la “Columna de columnas nacional” del martes 20 de junio de 2017. Espían a los críticos… El reportaje del Times, aunque tardío, es vital por la colonización de ese periódico sobre la vida pública mexicana. Si ahora que ventila estas violaciones ayuda a que se pongan […]
Desde la redacción de @loscabareteros ponemos a su consideración la “Columna de columnas nacional” del martes 20 de junio de 2017. Espían a los críticos… El reportaje del Times, aunque tardío, es vital por la colonización de ese periódico sobre la vida pública mexicana. Si ahora que ventila estas violaciones ayuda a que se pongan fin a las ilegalidades, habrá que celebrarlo. Lo más importante es llegar a un fin a estos abusos y que quienes los cometieron, paguen por sus delitos…
Rayuela
Consejos doy que para mí no quiero. Tal parece ser la posición de algunos países de la OEA sobre Venezuela.
Espían a los críticos
Raymundo Rivapalacio escribe en Eje Central el largo historial de denuncias sobre el espionaje del gobierno mexicano; la diferencia, esta vez lo publica el Times: Un amplio reportaje en The New York Times este lunes da cuenta del espionaje político en México. “Los más prominentes abogados de derechos humanos, periodistas y activistas anti corrupción han sido objetivo de un spyware sofisticado que se vendió al gobierno de México con la condición de que sólo se utilizara para investigar criminales y terroristas”, comienza el texto. “Los objetivos incluyen abogados involucrados con la desaparición masiva de 43 estudiantes, un académico altamente respetado que ayudó a escribir la legislación anticorrupción, dos de los periodistas más influyentes de México y un estadounidense que representa víctimas de abuso sexual por parte de la policía”. El Times llegó a esta historia del México contemporáneo muy tarde, pero al ser el diario de mayor influencia en el mundo y que suele asustar a los funcionarios mexicanos con bastante facilidad, su interés por el tema debe ser agradecido por la posibilidad de que finalmente provoque una reacción en el presidente Enrique Peña Nieto, que al soslayar lo que durante su gobierno se ha publicado sobre el espionaje político, no sólo avaló lo que sus servicios de inteligencia hacían, sino que, en la negligencia de obligarlos a que se mantuvieran dentro de los márgenes de la ley, llevará la penitencia de que ahora, la responsabilidad de las ilegalidades se le carguen a su gestión. (…) El Times reiteró que el programa se llama “Pegaso”, del Grupo NSO, un fabricante israelí de armas cibernéticas al cual, desde 2011, cuando menos tres dependencias federales mexicanas le han comprado software por 80 millones de dólares. La existencia de estos programas surgió en noviembre de 2011 durante una entrevista con David Vincenzetti, socio fundador de Hacking Team, una empresa italiana fundada en 2003, con el periódico inglés The Guardian, quien reveló que habían vendido sus dispositivos en 30 países en cinco continentes. Su principal producto era un programa llamado Da Vinci, dentro de su Sistema de Control Remoto, bautizado como Galileo. En este espacio, bajo el título de “Espionaje a Mexicanos”, publicado a mediados de 2015, se señaló: “El Ejército, la Marina, la Policía Federal, el CISEN y 11 gobiernos estatales, han espiado masivamente a mexicanos, a través de un sistema que interviene a control remoto dispositivos móviles, copia mensajes de texto, conversaciones de Google, Yahoo, MSN y Skype, y extrae todos los datos y el historial de las computadoras, sus audios e imágenes de la webcam, que les permiten, además, grabarlos mientras trabajan. (…) Cuando todo esto emergió a la opinión pública en 2015, nada pasó. Cuando se revelaron detalles del spyware contra personas que tenían discrepancias con las políticas del gobierno, tampoco. Desde hace 15 años, el espionaje político como herramienta de la política, es el mejor vehículo para alcanzar objetivos políticos. El reportaje del Times, aunque tardío, es vital por la colonización de ese periódico sobre la vida pública mexicana. Si ahora que ventila estas violaciones ayuda a que se pongan fin a las ilegalidades, habrá que celebrarlo. Lo más importante es llegar a un fin a estos abusos y que quienes los cometieron, paguen por sus delitos.
Un gobierno que espía
Las denuncias de espionaje a activistas y periodistas denunciadas ayer ante la PGR y publicadas en el diario estadounidense New York Times aseguran que el gobierno federal no está tan a favor de la libertad de expresión como asegura. En El Universal, el periodista Salvador García Soto, escribe que: “las denuncias de espionaje contra el gobierno mexicano no son algo nuevo […]. La técnica más recurrente han sido las escuchas telefónicas, que aún hoy se realizan y son motivo de filtraciones constantes de conversaciones entre dirigentes políticos, periodistas y activistas de la sociedad civil. Esa práctica nunca se fue, pero ahora se ha sofisticado con nuevas tecnologías que realizan espionaje ya no basado en líneas domiciliarias, ni en seguimiento de personas con fichas físicas […] sino en el uso de malware que convierten a los teléfonos celulares […] en auténticos espías de la vida privada, personal y profesional de esos mismos personajes. Eso es lo que ayer denunció el New York Times en un reportaje que afirma que el gobierno mexicano, a través de diversas agencias de seguridad (PGR, Cisen y el Ejército) habría espiado a través de sus celulares a varios dirigentes de Organizaciones No Gubernamentales, defensores de derechos humanos y periodistas a los que se les inoculó en sus aparatos móviles el llamado software malicioso Pegasus, que convierte a los teléfonos móviles en robots espías que lo mismo reportan conversaciones telefónicas que correos, mensajes de texto, chats, videos, fotografías, ubicación y hasta funcionan como cámara y micrófono que transmite, en vivo y directo, cualquier actividad del dueño del teléfono infectado. Los casos mencionados ayer por el NYT […] constituyen una gravísima denuncia en contra de la administración del Presidente Enrique Peña Nieto que, en el discurso dice respetar la ‘libertad de expresión y de crítica’ […], pero en la práctica permite que […] sus agencias de seguridad espíen a ‘personajes incómodos’, utilizando la tecnología. No es la primera acusación de este tipo al gobierno peñista, sin que haya algo más que un deslinde y una recomendación desganada para que los personajes espiados ‘denuncien ante la PGR para que se puedan realizar las investigaciones correspondientes’ […]. La denuncia la hicieron desde febrero al gobierno mexicano […]. Esta es la segunda denuncia pública y fundamentada que, en menos de un mes, acusa de espionaje al actual gobierno federal. Si no hay una investigación a fondo y un deslinde de responsabilidades, se estaría validando y reconociendo una práctica violatoria de derechos y garantías constitucionales, además de que se confirmaría que con Peña no sólo retrocedimos en indicadores sociales, en seguridad y violencia, o que volvió el “partido de Estado” en las elecciones; también sigue, más sofisticado e igual de intimidante, el #GobiernoEspía”.
Aguas, ¿pero “who is big brother”?
Dado que el propio reportaje de The New York Times no deja en claro tener certeza de que es el gobierno mexicano quien espía a periodistas y activistas, en Milenio, el periodista Carlos Marín, escribe que dicho diario “con afirmaciones e insinuaciones, dice que el gobierno espía, vía telefónica, a periodistas, defensores de derechos humanos y activistas mediante un sistema israelí, destinado a probables terroristas, que solo pueden comprar gobiernos. Entre los espiados figuran, imagínese lector, el director del Instituto Mexicano para la Competitividad y su esposa… Ah, chingá. Uno de sus párrafos, no obstante, delata la fragilidad de tan escandalosa sugerencia: ‘Sin embargo, no hay pruebas definitivas de que el gobierno sea responsable. El software Pegasus no deja rastros del hacker que lo utilizó. Incluso el fabricante, NSO Group, señala que no se puede determinar exactamente quién está detrás de los intentos específicos del hackeo…’. Más allá de lo importante que resulte para el gobierno hurgar en la actividad de los presuntos vigilados, su respuesta obvia es: ‘No’. Intentos, pues, de quién sabe quién, mediante mensajes que de abrirse habrían intervenido los celulares. Por si las dudas, por si acaso y por teléfono procuro no alimentar a los eventuales morbosos, pero enigmáticos espías”.
Espiar, amedrentar, controlar
En La Jornada, el periodista Julio Hernández López, escribe que: “el uso en México de tecnología de punta para intervenir de manera integral los aparatos de comunicación por Internet que utilizan determinados periodistas, activistas y defensores de derechos humanos. En coyunturas críticas para el gobierno peñista […], se buscó insertar el software nocivo denominado Pegasus, que solamente puede ser adquirido por gobiernos, en este caso, por el mexicano. Un ejemplo deplorable de los niveles de perversidad de esos espías gubernamentales puede encontrarse en el hecho de que uno de los vigilados sea el hijo, adolescente, de Carmen Aristegui, la periodista que ayer, junto con otros compañeros de oficio y activistas, denunció ante la Procuraduría General de la República los casos de espionaje hasta ahora conocidos […]. El abanico de las preocupaciones gubernamentales invasoras va de la mencionada Aristegui y los defensores jurídicos de los 43, a Carlos Loret de Mola, conductor de noticiarios de Televisa que ha proporcionado información delicada sobre masacres cometidas por fuerzas gubernamentales, como sucedió en Tanhuato, Michoacán, y del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, al Instituto Mexicano para la Competitividad, impulsor del formato anticorrupción conocido como 3 de 3, y a la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que preside Claudio X. González. El mensaje que envían Peña Nieto y sus operadores políticos y cibernéticos […] es complementario del que en las calles ha dejado en años recientes una escandalosa lista de secuestrados, exiliados y asesinados. No sólo se agrede físicamente a los periodistas abiertamente adversos al poder o a aquellos que publiquen datos e información molesta para ese poder: también se invaden sus espacios privados y se controlan sus movimientos personales, en una grosera acumulación informativa que en determinados momentos puede devenir en difamaciones y en el uso escabroso de episodios íntimos”.
Cuando cachan a un gobierno que espía
Pese a no ser la primera vez que se acusa al gobierno de espionaje, una vez más, su respuesta a estos ataques no es contundente, y este hecho es criticado en Milenio, el periodista Carlos Puig, escribe que: “la primera vez que supimos que un software que solo se vende a gobiernos y había sido comprado por el gobierno mexicano estaba siendo utilizado contra ciudadanos mexicanos, fue en agosto del año pasado, cuando con base en un reporte de Citizen Lab, un laboratorio de la Universidad de Toronto, The New York Times reveló el espionaje contra Rafael Cabrera, uno de los periodistas del equipo que reveló la ‘casa blanca’ […]. Desde febrero, la decena de organizaciones no gubernamentales que colaboraban con el gobierno en la Alianza para el Gobierno Abierto, una iniciativa multilateral conformada por 75 países que trabajan en conjunto con la sociedad civil para promover la participación ciudadana, incrementar la transparencia y combatir la corrupción pidieron al gobierno federal explicaciones sobre estas revelaciones. La respuesta del gobierno fue el silencio. En mayo de este año, las organizaciones decidieron retirarse de ese esfuerzo […]. De parte del gobierno, solo silencio. Ayer, en The New York Times, un nuevo reporte de estas organizaciones amplía las víctimas del espionaje a periodistas […] y funcionarios de organizaciones de la sociedad civil como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, el Centro Pro y el Imco. La respuesta del gobierno llegó hasta la tarde. Dice que no hay pruebas de que ellos lo hicieron, cosa normal porque la empresa que hace el software para espiar dice que una de sus ventajas es que es imposible rastrear a quien espía. Dice el gobierno que quien haya sido víctima, denuncie ante la PGR, pero sabemos que la PGR es una de las instituciones que ha comprado el software. ¿Y si ellos son los espías? El Cisen, la Sedena y algunos gobiernos estatales también lo tienen. Y por qué hay que ir a la PGR. Si ellos no fueron, ¿no le preocupa al gobierno mexicano que alguien ande espiando? ¿No debería el mismo gobierno pedir una investigación? O, simplemente, ya tiene la respuesta…Y no puede revelarla”.
Pájaros en el alambre
En tono irónico, en el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, comenta sobre la respuesta de la presidencia respecto a estas acusaciones de espionaje y asegura que: “menos mal que el gobierno federal ya salió a aclarar que no espía a activistas, periodistas y defensores de derechos humanos. Ahora nomás falta creerle. Una buena manera de abonar en la cuenta de la credibilidad gubernamental sería, por poner un ejemplo loco, investigar en serio estas denuncias, dar con los responsables y presentarlos ante la justicia. Porque, no es por caer en el sospechosismo, pero el software espía existe y es vendido sólo a gobiernos, no a particulares; algunas dependencias mexicanas lo compraron y están documentados los múltiples intentos por pinchar los celulares de las víctimas señaladas. ¿O vamos a hacer como que oootra vez aquí no pasa nada? Es pregunta para los pájaros en el alambre”.
#GobiernoEspía. Mi testimonio
En tanto El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, comparte que: “hace dos años comencé a recibir en mi celular una serie de mensajes de texto inusuales: que debía dinero en mi tarjeta de crédito, que había hecho un retiro de efectivo, que se reportaba la desaparición de un estudiante de la UNAM. Siempre, con un vínculo para dar clic. No lo di porque pensé que me había tocado uno de esos intentos de extorsión tan comunes. Los mensajes se fueron sofisticando […]. Finalmente se volvieron mensajes a la medida: empezaban con un ‘Loret’ o ‘Querido Loret’ […]. Los mensajes buscaban despertar la curiosidad. Pero no caí en su trampa: nunca di clic. Si lo hubiera hecho, mi celular hubiera quedado infectado por un sofisticado software llamado Pegasus y ‘alguien más’ hubiera tenido acceso total a mis mensajes, llamadas, correos, contactos, calendario, y hasta a activar el micrófono y la cámara para escucharme y verme todo el tiempo. ¿Quién era ese ‘alguien más’? Todas las sospechas apuntan al gobierno federal mexicano, según el informe publicado por The New York Times […]. El informe en el que se basa la pieza detectó una correlación inequívoca: […] A Mario Patrón, director del Centro de Derechos Humanos Pro, y a dos de sus colaboradores […], cuando denunciaban anomalías en la investigación de la desaparición de los 43. A Carmen Aristegui, periodista, y a su hijo, a consecuencia del reportaje sobre la Casa Blanca del Presidente. A un servidor, cuando revelé la ejecución extrajudicial de decenas de civiles a manos de la Policía Federal en Tanhuato y otros expedientes. En un momento en el que los periodistas en México pagan con sus vidas las denuncias que publican, podría parecer menor el espionaje. No lo es. Porque por el espionaje se abre la puerta para que lleguen más lejos: la intimidación, el acoso, la censura, los despidos, el secuestro, las desapariciones, los asesinatos, la impunidad que favorece que nada de esto se investigue, que nada de esto se castigue. Todo va en la misma dirección, con distintas magnitudes. Voy más allá. Seguro quieren que sepamos que nos están espiando. Quieren hacernos sentir vulnerables. Que sepamos que saben de nuestros hijos, de nuestra vida privada, de nuestro trabajo, de los temas que investigamos, de las fuentes con las que hablamos. Hay que ser precavidos al extremo, ante este clima de temor e inseguridad para todos los que buscamos difundir verdades incómodas”.
Busca Anaya madrugar a Zavala
Y en más sobre las disputas internas del PAN en El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “con miras a la cita del próximo jueves en el CEN del PAN, los chicos de Ricardo Anaya, Presidente del partido, ya comenzaron a operar. Nos detallan que rumbo a la reunión ordinaria de la Comisión Permanente, donde ayer le informamos aquí que se hará un balance electoral y se darán los primeros pasos para definir lo que viene al 2018, los anayistas, nos aseguran, están dando línea a los integrantes de dicho órgano partidista, para que toda propuesta de Margarita Zavala, o de su equipo, sea rechazada. Con el control numérico de don Ricardo, sus operadores tratan de impedir el avance de la demanda de Zavala de que se le adelanten los tiempos en el partido para resolver quién será el candidato o candidata a la Presidencia de la República, misma que ambos ambicionan”.
Rechazo a Deportaciones
Las deportaciones de migrantes mexicanos en EU aún siguen saltando a la opinión pública, pues en Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que “días después de echar atrás su promesa electoral de expulsar a los 800 mil dreamers que viven en su país, el gobierno del Presidente Donald Trump también enfrenta el rechazo de la Asociación de Universidades Públicas estadunidense, en cuya reunión anual participa el rector de la UNAM. Con un mensaje en defensa de los derechos humanos y civiles, Enrique Graue se suma al repudio a la política antimigrante del jefe de la Casa Blanca”.