Jesucristo (4)
El Jesús de la historia. A Jesús se le conoce más por escritos que no son suyos. Las fuentes son de tres clases: paganas, judías y cristianas. 1.- Disponemos de tres fuentes paganas, son tres testimonios romanos antiguos: (entre los años 110 y 120 d.C.): Tácito, al hablar de los mártires del tiempo de Nerón, […]
El Jesús de la historia. A Jesús se le conoce más por escritos que no son suyos. Las fuentes son de tres clases: paganas, judías y cristianas.
1.- Disponemos de tres fuentes paganas, son tres testimonios romanos antiguos: (entre los años 110 y 120 d.C.): Tácito, al hablar de los mártires del tiempo de Nerón, los llama christiani, “nombre que les viene de Cristo, entregado al suplicio por Poncio Pilato” (Anales 15,44). Plinio el Joven, en una carta al emperador habla también de los cristianos, que cantan himnos a Cristo como a un Dios (Cartas 10, 96). Finalmente Suetonio, habla de la expulsión de Roma, de los judíos que se sublevaban bajo el influjo de Chrestos (Claudio 25); comúnmente se admite que se trata de la expulsión de los judíos mencionada en Hch 18,2 y que sin duda Chrestos es una referencia a Cristo. Según avanza el siglo II, aumentan la presencia del Cristianismo y las referencias sobre el Cristianismo.
2.- Fuentes judías. Flavio Josefo menciona el martirio de Santiago, “hermano del Jesús, al que se llama Cristo” (Ant 20, 9, 1). Los Toledot Yesúa (Historia de Jesús), es un trozo de literatura popular, que en su forma actual, data de fines del primer milenio y reúne historias antiguas, de las cuáles los historiadores no han podido sacar información segura.
3.- Fuentes cristianas: es claro que el medio cristiano ofrece más elementos antiguos referentes a Jesús. Pero estos testimonios ponen delicados problemas de crítica histórica, que hay que conocer; siempre hay que estar pendientes. Sin duda que los Evangelios son una fuente principal, sobre la vida de Jesús, pues recogen la tradición de los años inmediatos a los hechos de la vida, la predicación, el viacrucis y la resurrección del Señor. Fuera de los Evangelios y los escritos de los inmediatos seguidores del Señor, incluyendo a S. Pablo y los primeros convertidos al seguimiento de Cristo, hay una pléyade de convertidos al seguimiento de Cristo, y siempre habrá muchos más que vamos siguiendo las huellas de Jesús de Nazaret. Yo pondría de ejemplo a las y los incontables religiosos, religiosas, seminaristas y presbíteros que entregan su vida al seguimiento de Jesús. También se puede recurrir a las Bibliotecas de los incontables monasterios y Seminarios del mundo que siguen formando seguidores del maestro Jesús de Nazaret.
4.- Lo que da tono a toda la vida de Jesús es la predicación de la inminencia del Reino de Dios, ante todo excluyendo una lectura política de su mensaje. Más aún, como profeta del Reino, toma posición frente a los poderes civiles y también frente a las instituciones, de las cuales las autoridades judías hacían depender la salvación, a saber, el templo y la Ley. La actitud de Jesús respecto a estos, resulta paradójica: Por un lado se muestra como un practicante respetuoso; por otro, no duda en distanciarse críticamente, manifestando una libertad soberana. Al echar fuera a los vendedores del templo, pone en tela de juicio la organización cultural tradicional (11, 58), de modo que no se le perdonará su profecía sobre la destrucción del templo (Mc 14, 58).
5.- Siguiendo a Flavio Josefo, (Ant. 18,12-25), en el siglo I se suelen reconocer entre los judíos, cuatro grupos, dos más oficiales y dos más marginales. Los fariseos, partido preocupado por una gran fidelidad a la Ley, en el mundo; representan una línea más bien liberal y abierta. Animados de un gran ideal religioso para practicar la Ley de manera estricta; la exponen con todo detalle, y multiplican sus prescripciones concretas, que se conservan en la tradición oral; tenían gran influencia en todo el país, eran nacionalistas y reprobaban la violencia. Por otra parte, era el grupo del que Jesús estaba más cerca. Como los fariseos, Jesús cree en la Resurrección de los muertos y llama a la conversión; no obstante, los puntos de colisión con ellos eran múltiples: Jesús come con pecadores y publicanos, se sitúa por encima de las prescripciones sobre el sábado, y no se preocupa por las reglas sobre pureza. Jesús discute el carácter demasiado absoluto de la Ley y la pretensión de los fariseos de construir por sí mismos la justicia. Este Jesús, que lo mismo come con los judíos como con quiénes están fuera de la Ley a los fariseos les resulta intolerable. Los saduceos, partido más tradicionalista y conservador. Solo aceptan la Ley escrita en su sentido literal. Pero no las tradiciones posteriores. Por eso se opondrán a Jesús, por creer en la resurrección de los muertos.