La Sierra Madre
Habiendo conmemorado del 16 al 21 de este mes, en El Zape, 499 años del martirio de 8 misioneros jesuitas, otros 2 religiosos, y alrededor de 100 laicos, hoy extracto de la descripción del P. Hernando Santarén, hecha a 10 años de haberla recorrido, a petición de su P. Provincial y revisada por el P. […]
Habiendo conmemorado del 16 al 21 de este mes, en El Zape, 499 años del martirio de 8 misioneros jesuitas, otros 2 religiosos, y alrededor de 100 laicos, hoy extracto de la descripción del P. Hernando Santarén, hecha a 10 años de haberla recorrido, a petición de su P. Provincial y revisada por el P. Albizuri. Es la mayor que se conoce sobre el orbe de la tierra. Comienza en el sur en el Estrecho de Magallanes; atraviesa todo el Perú, Nicaragua, Guatemala, las Mixtecas, Nueva España, Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y se prolonga hasta Nuevo México. En el Noroeste de Nueva Vizcaya, comprende las sierras de Baymoa y Chicorato, Vacapa, Tecuchuapa, Carantapa, Yamoringa, S. Ignacio, Tabahueto, S. Jerónimo, S. Marcos, Topia, S. Andrés y Xocotilma o Xíximes.
Es la montaña más brava, tierra más áspera y fragosa en toda América. En su altura mayor, parece que quiere alcanzar a las estrellas. Formó la naturaleza altísimos y toscos peñascos, breñas partidas, peñas de lajas lizas y peinados riscos, que sobrepujan como pezones, que representan a la vista edificios hermosos, torres eminentes con puertas y ventanas abiertas con primor en peñas vivas. Según su forma tienen sus nombres: pilones, ventanas, baluartes, campanas, sombreretes, gigantes, escalera, cajones, sillas. Toda la sierra parece despedazada con innumerables canales, que la cortan y atraviesan con profundas quebradas, cuyas aberturas parece que llegan hasta el centro; de las cimas apenas se divisa un hombre. A cada paso se encuentran cuevas y cavernas socavadas en los huecos más profundos.
La naturaleza vistió estas quebradas y laderas, de variedad de boscaje y selvas silvestres, no enojosas a la vista, pero muchas de ellas cerradas e inaccesibles, sin vestigios ni sendas por donde penetrar; otras, defendidas por innumerables bocas y canales, arrecifes y peñas. Los caminos son notablemente ásperos y fragosos, cerrados de boscaje y abrojos, llenos de precipicios y derrumbaderos…. Los menos animosos pierden el color y el pulso con el horror de la muerte. Tienen cinco o seis leguas de subida…, y por el cansancio, como por los pasos peligrosos,… por lo retorcido de la senda, se suele ocupar un día… algunas están sembradas de piedras, que no solo gastan sino rompen las pezuñas de las cabalgaduras, y obligan a herrarlas dos o tres veces en una cuesta.
Desde la mayor altura de estos montes, se descubre una vista apacible. Se presentan excelentes objetos: a la banda del sur, se ven espacioso mar, algunas islas, innumerables pueblos, las provincias enteras que yacen a las faldas de esta sierra, Sinaloa, Culiacán, Piaxtla, Chiametla, Copala y Acaponeta; se descubren muchos valles amenísimos, innumerables montes, pero todo tan diminuto por la distancia y la altura, que los valles parecen del tamaño de un pliego de papel y los montes como panes de azúcar. No es menos varia y apacible la vista por la parte opuesta, que descubre espaciosos lagos e infinita tierra.
Es maravillosa la variedad de climas que se experimentan. Las cumbres de estas montañas, en ciertos tiempos del año se ven coronadas de nieves detenidas en abundancia, ocultando las veredas; los pasajeros, sin saber por dónde dar paso. Por la parte norte se descubren altísimos volcanes y sierras cubiertas de nieve envejecida. En esta parte superior el invierno es riguroso y perpetuo; el frío es intolerable. Bajando de estas cumbres a distancia de una legua, es tierra templada, como una perpetua primavera muy apacible. A distancia de otra legua, en la parte baja de esta gran serranía, el clima es en extremo caliente y acercándose más al mar del sur el calor es más riguroso, casi intolerable. Favoreció el cielo la parte templada de la sierra, con el gran tesoro de las minas de plata, que hay hasta en lo descubierto, fundando los españoles muchos Reales de Minas: Topia, S. Andrés, S. Ignacio, Carantapa, Santiago de los Caballeros, S. Matías, S. Diego, S. Nicolás, S. José, S. Bernabé, Papudos, La Pascua, S. Antonio del Valle, S. Roque, Guapixuxe, S. Hipólito, S. Telmo, Los Reyes, Corpus Christi, S. Felipe, Los Remedios, S. Marcos, S. Jerónimo, La Encarnación, Sabatenipa, Copala, S. Bartolomé; y en tierra caliente Las Vírgenes, Concepción, S. Jerónimo, Sta. Anna Tenuxpa, Amaculi, Tecorito, Olmo, Tomo, Guarizamey, Candelaria, S. Dimas, Gavilanes, Tominil y otros no tan durables. En 1604 estaban despoblados treinta Reales de Mina, al parecer por no poderse sustentar en esta tierra la población española, ya que todas las cosas necesarias para sustentarse tenían que venir por acarreo, a precios muy altos, de suerte que lo que menos valía era la plata; por lo cual, no se hacía caso ni se beneficiaban suficientemente los metales. (Continuará).