El respeto a la investidura presidencial
Como bien decía Adolfo Ruiz Cortines “no soy yo, es lo que represento”
Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere deshacerse de situaciones complicadas o excusarse de ciertas omisiones que ameritan su intervención o presencia, no duda en recurrir a la excusa de que el “cuida el respeto a la investidura presidencial”.
Ciertamente ser Presidente de México exige el cumplimiento de un protocolo de comportamiento y un respeto al cargo conseguido gracias al voto popular. Pero también es cierto que la investidura presidencial no se debe usar a contentillo o utilizarla como excusa para desatender asuntos prioritarios de un país.
Esa investidura presidencial que al presidente López Obrador le impidió recibir a los integrantes de la caravana encabezada por Javier Sicilia y Adrián Lebaron en protesta por los niveles de violencia en el país; es la misma investidura presidencial con la cual “bateó” la solicitud de audiencia que le planteaba Silvano Aureoles para exponerle evidencias de la correlación entre Morena y el crimen organizado, es la misma investidura que le impide atender a los padres de los niños con cáncer.
Pero no existió rubor de manchar la investidura presidencial cuando saludó a la mamá de Joaquín Guzmán Loera, en una visita a Badiraguato; tampoco le importó cuando acudió a un festejo de cumpleaños de Ovidio Guzmán, a quien él mismo ordenó liberar en el llamado “culiacanazo”.
La investidura presidencial es denigrada diariamente.
Cada vez que el presidente López Obrador miente en las conferencias mañaneras están lesionando esa investidura.
Cuando no acude a atender y supervisar la ayuda a víctimas de desastres naturales, está denigrando la investidura presidencial.
Al recibir dictadores como Díaz Canel, presidente de Cuba o Nicolás Maduro, de Venezuela y presentarlos como sus amigos, sabiendo que son dictadores y tienen sometidos a sus pueblos por la fuerza, López Obrador está rebajando la investidura que ostenta.
Sí, como bien decía Adolfo Ruiz Cortines: “No soy yo, es lo que represento”.
Son muchos los casos en los cuales el presidente Andrés Manuel López Obrador no supo respetar esa investidura que tanto le preocupa. Pero quizá el caso más patético y pueril fue lo que sucedió el viernes de la semana pasada, cuando en plena mañanera se ocupó de dar conocer un tuit donde lo insultan a él y de paso a su esposa, Beatriz Gutiérrez Mueller.
El presidente, queriendo establecer que era una víctima de ataques en redes sociales, leyó sin filtro el tuit y lo único que logró fue; primero darle otro raspón a la investidura presidencial y de paso revictimizó a su esposa al leer el apodo e insulto que le endilgan.
Lo más lamentable es que López Obrador sentenció que ese tuit salió de la cuenta de uno de los científicos de Conacyt a quien el fiscal, Alejandro Gertz Manero pretende meter al bote acusándolos de delincuencia organizada.
Pero resulta que el titular de la cuenta de donde se emitió el comentario, Aldo Aldrete ni siquiera figura entre los 21 científicos señalados por la Fiscalía General de la República; tampoco se tiene certeza si la cuanta en Twitter es falsa.
La investidura presidencial quedó por los suelos cuando López Obrador leyó los epítetos que le endilgan a su esposa, cuando determinó que era a ella a quien le asignaban el mote de “Zopilota” y cuando utilizó un espacio de comunicación para trivializar lo que sucede en redes sociales.
No hay Presidente de la República en este país que no fuera ridiculizado en su momento; en algunas circunstancias con elaborados estribillos o rimas; en otras con caricaturas; en algunos casos fueron sus expresiones las que se volvieron motivo de mofa y ahora se les “humaniza” en las redes sociales.
Pero ninguno llegó al grado de quejarse, hacerse la víctima y menos llevarse en las espuelas a su esposa.
Sí, la investidura presidencial debe ser cuidada por lo cual no se puede perder el decoro; pero es una acción que siempre debe estar presente y no solamente cuando mejor convenga.
La investidura del Presidente deviene de lo que representa, a todo México y a los mexicanos, por eso la demerita cuando se reúne con dictadores, cuando se desentiende de los problemas y cuando en cadena nacional repite epítetos y calificativos que lo denigran a él y a su esposa.
En todo caso, que deje a la inteligencia del pueblo bueno, definir si lo que de él se dice se adecua a la verdad o es un ataque falaz.