Para todos aquellos creyentes, la semana santa representa días para conmemorar a Jesucristo y su muerte

Por Monse Chávez

El sol quisquilloso ya comenzaba a penetrarse en la piel de las personas, poco a poco los duranguenses arribaban al Arzobispado de Durango para presenciar el Viacrucis viviente en este viernes santo.

Con un retraso visible, la representación de la muerte de Jesucristo dio inicio con las oraciones hechas por los representantes de las iglesias, quienes invitaron a los presentes a rezar el conjunto. Acto seguido, arribaron los actores integrantes del grupo de teatro “La Balanza”, quienes representaron las diferentes estaciones por las que tuvo que pasar Jesús hasta su crucifixión.

El público fue testigo del acto representado cuando se le acusa a Jesús y Poncio Pilatos decide “limpiarse las manos” al condenarlo a la cruz, el actor que representaba al Rey de los Judíos fue azotado consecutivas veces y colocada la corona de espinas  tomó la cruz y emprendió el camino que, según las escrituras de la biblia, Jesús vivió en carne y hueso hace muchos siglos.

Las tres estaciones representativas que marcaron el Viacrucis como las tres caídas de Jesús, provocaron emociones y sentimientos en los duranguenses, que a pesar de los esfuerzos de los organizadores por mantener la calma, los creyentes insistían en permanecer a poco centímetros y observar de cerca el acto de sufrimiento que se llevaba a cabo.

Otra de las estaciones como la caída de Jesús, seguido por la orden de un romano hacia un ciudadano para ayudarlo a cargar la cruz y el acercamiento de su madre María para ofrecerle cobijo y agua, fueron los actos más memorables al acercarse el final del Viacrucis.

Así se vivió el recorrido por la Avenida 20 de noviembre hasta llegar al ahora remodelado teatro del Calvario, donde se representó la última parte del viacrucis; la crucifixión de Jesucristo en la cruz. Las creencias religiosas de los duranguense es tan arraigado que el acto provocó incluso el llanto de quienes desde el inicio presenciaron la representación.

Con oraciones y silencios acentuados, es como llegó a su fin el viacrucis viviente, que año tras año se realiza con la intención de guardar las tradiciones religiosas de quienes simpatizan con ello.