Todos Contra Todos…

Desde la redacción de @loscabareteros ponemos a su consideración la “Columna de columnas nacional” del lunes 15 de abril 2019. Fórmula infalible para ser un buen Presidente: los errores son inevitables en el difícil proceso de aprender a ser Presidente. Pero muchos de ellos podrían obviarse si AMLO observa a Trump detenidamente y decide hacer […]

15/04/2019

Desde la redacción de @loscabareteros ponemos a su consideración la “Columna de columnas nacional” del lunes 15 de abril 2019. Fórmula infalible para ser un buen Presidente: los errores son inevitables en el difícil proceso de aprender a ser Presidente. Pero muchos de ellos podrían obviarse si AMLO observa a Trump detenidamente y decide hacer lo contrario… Todos contra todos… La ‘revolución’ en los sindicatos.

Rayuela

“Al distinguido hidalguense conocido como Sosa Nostra bien podrían rebautizarlo como sosa cáustica”.

Fórmula infalible para ser un buen Presidente

Jorge Zepeda Patterson, escribe, en SinEmbargo: “No existe un manual del usuario para dirigir un país, que yo sepa; ni una escuela en donde se aprenda a ser un buen Presidente. Los mandatarios terminan descubriendo en qué consiste pilotear esa enorme nave que es la nación cuando están por terminar su sexenio y a veces ni entonces. Conducir desde Palacio Nacional (y antes Los Pinos) se asemeja a sentarse al volante de una gigante excavadora mecánica y descubrir a fuerza de intentos el impacto de cada una de las palancas y botones que aparecen en el tablero. No solo se trata de una cabina compleja, distinta a la de los autos que hasta ahora hemos manejado; el problema también es de perspectiva. Resulta difícil maniobrar cuando nos encontramos a tres metros de altura. Me parece que Andrés Manuel López Obrador se encuentra justo en esa tesitura. Buena parte de su larga experiencia como líder opositor no solo no le está ayudando, sino en ocasiones me parece que le está perjudicando para convertirse en jefe de Estado. Las palancas de velocidades que aprendió manejar en su vida anterior no se parecen en nada a las que ahora manipula. En lo personal creo que es un hombre bien intencionado, sus objetivos (un país más justo y menos pobre) son atendibles y su austeridad y capacidad de trabajo constituyen una novedad en la galería de presidentes frívolos, corruptos o mediocres que nos han tocado en suerte. Solo espero que la curva de aprendizaje termine pronto y en el proceso no cometa más errores de los imprescindibles. Mientras tanto, en lo que descubre en qué consiste convertirse en un buen Presidente, hay un recurso infalible del que podría echar mano: hacer lo contrario de lo que haga Donald Trump. Alguna vez tuve una compañera que era tan desorientada que bastaba preguntarle en qué dirección había que comenzar a caminar para descubrir cuál era la mejor ruta: invariablemente la dirección contraria. Algo similar sucede con Trump. Es tan ostensible mal Presidente, que intuitivamente sabremos que estamos en la zona correcta si procuramos no hacer lo que él. (…) los errores son inevitables en el difícil proceso de aprender a ser Presidente. Pero muchos de ellos podrían obviarse si AMLO observa a Trump detenidamente y decide hacer lo contrario. Por desgracia hasta ahora, en más de un sentido, parece estarlo imitando”.

Todos contra todos

Antonio Ortuño, en El País, escribe: “No hay democracia sin controversia, desde luego, pero los niveles de agresión retórica y división que atestiguamos hoy en México resultan notables. Es un espectáculo infinito (y deprimente). Apenas el Presidente de México entra en controversia con alguien (esta semana, el contendiente fue el periodista Jorge Ramos, pero cada lunes o martes el mandatario trepa al ring a un rival nuevo o este brinca por su propio pie) y los ánimos hierven en cosa de minutos. Y la discusión escala de los dichos precisos de Andrés Manuel López Obrador, y quien quiera que sea esta vez el objeto de sus críticas, a la discusión que tiene a México partido en dos. Es decir, la lucha entre quienes ven en el presidente a un hombre honesto que trabaja para sacar al país del hoyo y quienes lo reputan como un populista que prefiere concentrar poder en vez de enfrentar los problemas de violencia y miseria heredados. A López Obrador, desde luego, lo apoya el bando de los llamados “chairos” (bautizados por sectores de la derecha desde el sexenio anterior) y lo impugna el de los “fifís” (mote impuesto por el presidente a sus detractores). Qué decir: esas palabritas risibles han sido interiorizadas por miles de personas como las identidades bajo las que escenifican una batalla cotidiana, su versión particular de las míticas, imaginarias o históricas oposiciones entre centauros y lapitas, güelfos y gibelinos, Montesco y Capuleto o tirios y troyanos. (…) Algunos culpan de ello a López Obrador, quien siempre ha procurado un tono bélico en sus señalamientos. Otros replican que si ha actuado de esa manera es porque ningún otro político ha sido tan vilipendiado y asediado como él. Como sea, el hecho es que vivimos una ola de odios, descalificaciones e insultos que hace tiempo se escurrió de los debates estrictamente políticos a cualquier terreno imaginable. Con la misma saña con que se disputan temas sustantivos como el derecho al aborto, la violencia contra las mujeres o las decisiones sociales y económicas, se discute de futbol, modas, películas o series de televisión. La virulencia es incontenible y salta de las lenguas a los teclados. A un amigo que perdió a su perro lo amenazaron de muerte. ¿Por qué? Por el debate animalista. A una conocida que se operó la nariz igual. ¿Por qué? Por los debates de roles de género. O porque nos hemos fanatizado a tal grado que pensamos que el único modo de comunicarnos es mediante la comparación violenta de opiniones. Quizá sea impreciso hablar de un regreso del fanatismo a México, porque el fanatismo no se ha ido jamás. (…) Cada vez más personas están ansiosas por suspender su criterio (es decir, su derecho a dudar) para sumarse a bandos, empuñar banderas y estampárselas en la cabeza a los demás. Y ahí tenemos el resultado: un país con unas estadísticas de violencia escalofriantes… que sus ciudadanos discuten insultándose y amenazándose mutuamente. Un país que no se soporta a sí mismo. Un país sin remedio a la vista”.

La ‘revolución’ en los sindicatos

Enrique Quintana, escribe en El Financiero: “La profundidad del cambio que podría traer en México la reforma laboral que fue aprobada por los diputados el jueves pasado, no se ha calibrado correctamente. Permítame hacer un poco de historia para dimensionar la trascendencia de ese cambio. En gran medida, el verdadero constructor del Estado mexicano fue Lázaro Cárdenas. Tras llegar a la Presidencia de la República se deshizo del ‘hombre fuerte’, Calles, que pretendía convertirse en el poder real y reorganizó el poder político, basando al PRM, que sustituyó al PNR fundado por Calles, con una estructura de cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar. Al paso de los años, la urbanización del país quitó protagonismo al sector campesino; el sector popular nunca acabó de integrarse; el sector militar desapareció. Y, en contraste, el sector obrero se convirtió realmente en la base social más importante del partido en el poder y del Estado mismo. Fidel Velázquez, como nadie, fue el retrato de esa simbiosis entre el poder y los sindicatos. Desde la década los 30 se convirtió en el gran poder de la principal central sindical, la CTM, y desde 1941 (con una breve ausencia de 1947 a 1950) fue líder de esa central hasta su muerte, en 1997. Por más de medio siglo, Don Fidel, como se le llamaba en las últimas etapas de su vida, fue expresión de un poder que se hacía sentir, por ejemplo, cuando cada presidente designaba a su sucesor. Generalmente, era Don Fidel el encargado de revelar el nombre. Los trabajadores sindicalizados obtuvieron por muchos años ventajas de ese acuerdo. Pero a costa de que la vida democrática de los sindicatos desapareció, salvo en los casos de disidencia, que mayormente terminaban en encarcelamientos de quienes se atrevían a disentir. A raíz de la muerte de Don Fidel, la CTM fue debilitándose. No fue casual que la primera derrota del PRI en una elección presidencial ocurriera tres años después del fallecimiento del líder obrero. Sin embargo, ni la vieja estructura sindical hizo crisis ni tampoco emergió una nueva en las últimas dos décadas. Y seguimos sin democracia en los sindicatos. El eje de la reforma laboral aprobada la semana pasada (aunque tenga otros componentes) es la instalación legal, y con múltiples procedimientos de aseguramiento, de la vida sindical democrática. El problema que existe es que no tenemos en México esa cultura. Por eso es que algunos han visto como uno de los escenarios posibles más bien el crecimiento de nuevos grupos de dirigentes, los que se logren adaptar más a las nuevas reglas del juego, más que la democracia misma. En los próximos años veremos procesos de elección de dirigencias en la totalidad de los sindicatos y quizás veamos la sustitución de líderes que han estado en sus puestos por décadas. Sería ingenuo creer que no habrá trastornos en las relaciones laborales. Cuando se da un cambio como el que va a tener lugar en México, se rompen hábitos y cultura, y eso va a sacudir a las relaciones entre empresas y trabajadores. Va a ser necesario que todos los actores que participan de estas relaciones tengan la madurez para entender que se estará cambiando una de las bases del Estado mexicano: el poder sindical. Ojalá realmente tengamos democracia y no entremos a una fase más de la simbiosis entre el poder político, pero ahora con una nueva estructura sindical, vinculada a Morena”.

Las cosas cambiaron, estamos dejando atrás un modelo caduco

Luis Miguel González, escribe que: “La secretaria Alcalde es la más joven del gabinete, con 31 años. Destila optimismo, aunque está consciente de la enormidad de las tareas pendientes. Para fundamentar el optimismo, afirma: “La reforma laboral traerá un diálogo más auténtico que servirá para mejorar la productividad, a mediano plazo traerá estabilidad, sobre bases más sólidas. Espero que este diálogo produzca respuestas para cuestiones que llevamos años sin resolver, por ejemplo, ¿cómo le hacemos para fortalecer a la empresa y, al mismo tiempo, lograr que ese fortalecimiento se traduzca en mejores condiciones para los trabajadores? (…) La conversación tiene lugar en Mérida, en una pausa dentro del CEO Dialogue entre empresarios de México y Estados Unidos. “La reforma laboral incluye muchos compromisos relacionados con el T-MEC, uno de ellos es que deberemos revisar todos los contratos colectivos en un plazo de cuatro años. Son alrededor de medio millón. Cuando digo revisar, quiero decir que los trabajadores deberán revisar los contratos de sus empresas y aprobarlos mediante el voto libre, directo y secreto”. Muchas cosas qué hacer en los próximos cuatro años: en el corto plazo, falta la aprobación del Senado, pero la ruta parece clara. Luis María Alcalde Luján enfatiza tres tareas a realizar: la implementación de la reforma y la definición de los cambios en dos temas fundamentales: la subcontratación y las reglas del juego para los trabajadores al servicio del Estado, contenidos en el apartado B del artículo 123 de la Ley Federal del Trabajo. La implementación implica varias cosas, una de las asignaturas pendientes más complicadas es la reforma al sistema de justicia laboral. “Empezaremos con 11 estados y al año siguiente haremos 10 u 11 estados más. Hemos creado mesas de trabajo, donde está la Secretaría de Gobernación, la Secretaría del Trabajo, el Poder Judicial federal y representantes del Poder Judicial local, además de los gobiernos de los estados, porque al final es una implementación en todo el país”. Las juntas de conciliación y arbitraje van a coexistir con los tribunales laborales por un tiempo, Alcalde Luján estima que serán cuatro años: “Todos los nuevos asuntos se van a turnar a los tribunales laborales, pero las juntas se quedan con los asuntos que no están resueltos, son cerca de medio millón de expedientes”. Uno de los aspectos más importantes del nuevo sistema de justicia es la creación de centros de conciliación. La secretaria del Trabajo lo explica así: “La ley que se aprobó indica que previo al juicio, todos los asuntos deberán llegar primero a esta instancia de conciliación. Las partes tratan de llegar a un acuerdo y en caso de que no se irán a juicio. La conciliación es un filtro obligatorio”.

Mentira reaccionaria

En Reforma, Sergio Sarmiento, escribe que: “una de las frases favoritas del Presidente es: ‘No miento, no robo, no traiciono’. En el áspero intercambio con Jorge Ramos en la mañanera del 12 de abril recalcó: ‘No me gusta decir mentiras’ […]. La verdad, sin embargo, es otra. Tal vez algunas de las mentiras del Presidente son inadvertidas, producto de la repetición de respuestas convencionales en prolongadas conferencias de prensa todos los días, pero otras parecen producto de cálculos políticos. Cuando Ramos lo cuestionó sobre la violencia, el Presidente respondió: ‘Hemos controlado la situación, según nuestros datos’. El periodista insistió: ‘Las cifras indican que sigue aumentando el número de asesinatos, 8,524 en los tres meses primeros’, a lo que el mandatario reviró: ‘No han aumentado… Yo tengo otra información’ […]. La información que encuentro en el portal del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública es un poco distinta a la que cita Ramos, pero el resultado es un alza. De diciembre de 2018 a febrero de 2019, los tres primeros meses del gobierno, se registraron 7,299 homicidios dolosos. En el periodo correspondiente de un año antes, diciembre de 2017 a febrero de 2018, fueron 6,456. El aumento es muy alto, de 13 por ciento. Si se contrastan las cifras de los tres primeros meses de López Obrador no con las del año anterior sino con los tres meses previos, septiembre a noviembre de 2018, cuando hubo 7,346 homicidios dolosos, podría decirse que la violencia se ha contenido, pero no es la forma en que tradicionalmente se comparan estos datos […]. El Presidente miente, por otra parte, cuando arremete, como lo hace casi todos los días, contra Reforma […]. Este 12 de abril repitió su aserto de que el periódico ‘protegió a Salinas, […] protegió a Zedillo y a todos, incluso tengo pruebas de que ayudó a legitimar el fraude electoral del 2006 y apoyó mi desafuero’. La verdad es que el caudal de cobertura crítica a Salinas y Zedillo está disponible para quien quiera revisarlo. Las posiciones expresadas sobre la elección del 2006 y el desafuero fueron muy diversas y están también registradas […]. Creo que López Obrador es un hombre honesto y bien intencionado, pero debe ser más cuidadoso con la verdad. Algunas de sus medidas son correctas, otras objetables; en el campo de la violencia, en el que apenas está conjuntando su estrategia con la Guardia Nacional, los resultados todavía no se ven. Esa es la verdad hasta el momento”.

Prensa piñata

En Reforma, Denise Dresser, escribe que: “qué inquietante es escuchar al Presidente de México denostar a la ‘prensa fifí’. Pocas cosas tan perturbadoras como presenciar la embestida, repleta de adjetivos, llena de descalificaciones, donde emula a líderes autoritarios en cuya categoría no debería estar. Pocas cosas tan desconcertantes como verlo mimetizar las peores prácticas de quienes necesitan identificar a enemigos malos y lanzar al pueblo bueno tras ellos. Al denostar al periódico Reforma de manera consuetudinaria AMLO exhibe lo peor de su temperamento político. La necesidad de la confrontación perpetua; el imperativo de la indignación incesante; la propensión a la rijosidad políticamente redituable pero democráticamente contraproducente. Al descalificar a medios incómodos, AMLO quizás gana algunos puntos pero se daña a sí mismo y al sistema político que quiere transformar. Muchos le aplauden por golpear a la piñata de la prensa sin entender qué pasaría si la rompe. López Obrador merma su credibilidad al mentir de manera tan abierta. Es falso que Reforma haya tapado las cloacas de gobiernos pasados, haya callado sobre la censura a Carmen Aristegui, haya guardado silencio sobre el saqueo sexenal […]. Por supuesto que Reforma comete errores, como cualquier otro medio,[…] a veces sustituye la información por la editorialización; a veces el sensacionalismo le gana a la sustancia; a veces el entretenimiento se impone sobre el entendimiento. Pero México es mucho mejor por su existencia y su persistencia; por su compromiso con la tarea que -según Orwell- le toca al periodismo […]. Preocupa que AMLO muestre tanta animadversión a la prensa. Consterna que invierta tanta energía y tiempo atacándola […]. Cuando AMLO agrede a la prensa da permiso para que otros lo hagan también, como se lo ha reclamado Artículo 19. Cuando el Presidente denuesta a un contrapeso lleva a que sus seguidores se sumen de manera inmisericorde. Cuando exige ‘derecho de réplica’ lo hace desde el púlpito más poderoso del país. Y cuando miente, socializa la mentira; la vuelve verdad oficial […]. La prensa sin adjetivos es amiga del ciudadano deliberativo, informado y exigente. Tratarla como piñata personal desmerece al Presidente, y exige la defensa por parte de quienes llevamos años escribiendo orgullosamente aquí”.

AMLO pinta su raya

En Milenio, Carlos Puig, escribe que: “una y otra vez el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que será paciente en la negociación con el magisterio sobre la reforma educativa. En la última semana ha comenzado, sin embargo, a pintar rayas que no piensa saltarse, más allá de la presión de la CNTE y las recientes expresiones de Elba Esther Gordillo sobre la reforma. Habló, por ejemplo, de simplemente abrogar la reforma peñista, pero no del todo. El fin de semana, en Campeche, dejó claro en qué no está dispuesto a ceder. ‘[…] Lo único que no van a manejar los líderes sindicales es la administración de las plazas, porque eso se acaba ya. El que quiera negociar plazas, ese mercado de plazas ya se acabó… Y lo mismo, la nómina para pagar a los maestros se va a federalizar, nada de que la nómina va a estar en manos de dirigentes sindicales, ni siquiera de gobiernos estatales[…]”. Eso, por supuesto, quiere decir que lo de abrogar o cancelar la reforma educativa del sexenio anterior no es del todo preciso. De hecho, la reforma de Enrique Peña tenía como uno de sus objetivos, logrado a medias, terminar con la descentralización administrativa de la educación que comenzó Ernesto Zedillo, primero desde la SEP y después desde Los Pinos a partir de 1992. Fue esa descentralización la que empoderó en serio no solo al sindicato de Elba Esther, como lo vimos en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, sino que dio dinero sin demasiada supervisión a gobernadores. Pero también les trasladó los problemas y convirtió al magisterio organizado en un actor político, no solo laboral. Solo entre 2000 y 2012, los recursos del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal que iba a los estados se incrementaron más del doble. El gobierno pasado intentó, si no centralizar, al menos controlar la nómina magisterial. Los resultados no son alentadores. La nueva centralización no será sencilla, pero al menos, hoy ya está claro de qué se trata la disputa sobre la que se está convirtiendo en la más complicada lucha de la 4T en el Congreso”.

¿El Presidente abandona la reforma?

Jorge Fernández Menéndez, en Excélsior, asegura que: “al igual que hizo con todos los presidentes de la República, desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) parece haber logrado doblegar al Presidente López Obrador. Este fin de semana, en Campeche, el mandatario ha asegurado que no es necesaria la evaluación de los maestros, que quien ya hizo la normal, aunque eso haya ocurrido hace décadas, ya está evaluado. Pero es más, el Presidente volvió a asegurar que si no se llega a un acuerdo, simplemente abrogará la reforma de 2013 y regresará el escenario educativo al de 2012, antes de la reforma de Peña Nieto. En otras palabras, el Presidente está dispuesto a dejar de lado la reforma que presentó Esteban Moctezuma y que ya estaba aprobada en comisiones de la Cámara de Diputados […]. La parte más significativa del magisterio, el SNTE, que encabeza Alfonso Cepeda, que nuclea a cerca del 90 por ciento de los maestros, también se ha declarado a favor de abrogar la Reforma Educativa de 2013, pero apoya la propuesta por la actual administración. El problema central sigue siendo el del control de las plazas, que el Sindicato acepta que esté bajo control de las autoridades, mientras que la Coordinadora quiere que vuelva a sus manos. Según los especialistas, no se puede abrogar una reforma constitucional sin cambiar las normas legales. En otras palabras, si se quiere acabar con las actuales normas, se tienen que aprobar otras y hay que recordar que la reforma del 2013 tiene carácter constitucional y demanda dos terceras partes de los votos. El SNTE rechaza las ‘evaluaciones punitivas’, pero impulsa la reforma presidencial, garantiza el funcionamiento de las escuelas (ante la amenaza de paros y bloqueos de la CNTE) y apoya la reforma laboral, incluyendo la elección por voto libre y secreto de las dirigencias sindicales. En ese contexto no se entiende la necesidad de amenazar con regresar al 2012. Lo que se debe hacer es exhibir a una Coordinadora cuyo principal argumento ha sido y es la utilización de la fuerza para bloquear cualquier iniciativa que le reste algo del enorme poder acumulado. Y respetar no a la minoría, sino a la mayoría de los maestros”.

¿El Tren de Troya?

Julio Hernández López, escribe en La Jornada: “El pasado viernes, en Mérida, el presidente Andrés Manuel López Obrador asistió como testigo de honor a la firma de un trascendente acuerdo entre el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de México y la Cámara de Comercio de Estados Unidos. En esencia, los representantes de los principales empresarios de ambos países se pusieron de acuerdo para dar continuidad al modelo económico neoliberal vigente (el que una tarde del domingo 17 de marzo en Palacio Nacional había declarado solemnemente abolido el propio López Obrador). Que nada cambie. Que todo siga igual. Que los negocios sigan rodando exitosamente. Tan importante fueron la reunión y el acuerdo que también participaron en la capital yucateca el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, y el presidente y director general de BlackRock (la administradora de activos más importante del mundo: la que aconseja dónde, cómo y por qué invertir), Laurence Fink. La adhesión de López Obrador al acuerdo empresarial fue inequívoca: Estoy de acuerdo con los términos de la declaración conjunta que se acaba de firmar. Por nuestra parte nos comprometemos a hacer valer un auténtico Estado de derecho. Nos comprometemos a respetar los compromisos que se hicieron para la aprobación del Tratado de Libre Comercio. Al propio presidente y director de BlackRock le dedicó AMLO palabras alentadoras para la firma, que es líder mundial en gestión de inversiones, gestión del riesgo y servicios de asesoramiento en más de 30 países de todo el mundo. Un poder mundial y, en especial, el nuevo poder económico dominante de México. Dijo López Obrador a Fink: trabajando juntos y escuchándonos podemos encontrar puntos en común; en que las discrepancias son consustanciales a la democracia; en que nos necesitamos unos a otros, creando mayor prosperidad para los ciudadanos de México y Estados Unidos. Ahí mismo, López Obrador continuó con la tanda de extraños agradecimientos a Donald Trump por estar abierto a tratar con respeto los asuntos comerciales, migratorios y de seguridad, mediante el diálogo permanente y cooperación para el desarrollo. También mencionó que ya se inició la aplicación de estrategias enfocadas en el sureste y de cooperación con los países centroamericanos, como el Tren Maya, la modernización del sector energético y el proyecto del Istmo de Tehuantepec para acercar países de Asia con la costa este de EU (citas tomadas de https://bit.ly/2P8j8Lz). Al siguiente día de esa reunión, López Obrador reveló que el secretario de Comercio Ross le transmitió en Mérida un mensaje del presidente Donald Trump de que están dispuestos a invertir y ayudar a construir el Tren Maya y otras obras de infraestructura en el sureste (nota de Alonso Urrutia en La Jornada, https://bit.ly/2ItnRpA). Dado que se usaron vías oficiales, ha de entenderse que la disposición a invertir y ayudar es del gobierno de EU y no sólo del empresario Trump”.

Mala pasada

Reforma, Templo Mayor, asegura que: “a la que no le fue muy bien en su reunión con empresarios y directivos de empresa fue a Yeidckol Polevnsky. Acudió al foro semanal del Club de Industriales y en varios momentos provocó reacciones no muy favorables. La primera fue cuando se burló de los temores que existían en la iniciativa privada por el tipo de cambio y presumió que el dólar ese día estaba en 18 pesos, cosa que los comensales sabían perfectamente que no era cierto. La segunda fue cuando alabó por su ‘inteligencia’ y ‘patriotismo’ a… ¡Napoleón Gómez Urrutia! La tercera fue cuando insistió en que con su plantón en Paseo de la Reforma, Andrés Manuel López Obrador evitó un ‘derramamiento de sangre’. Ahí los murmullos prácticamente se convirtieron en abucheos. Y lo que de plano dejó perplejos a sus escuchas fue cuando Polevnsky les dijo que no tomaran demasiado en serio a Ricardo Monreal y sus iniciativas, las cuales calificó de ‘ocurrencias’”.

Ya les cayó

Excélsior, Frentes Políticos: “el Presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró que la corrupción no tendrá espacio en su gobierno y pidió a los ciudadanos no desesperarse sobre recibir los apoyos económicos de programas sociales, pues dijo que ‘no es fácil echar a andar al gobierno, porque era un elefante que estaba echado, reumático y magoñoso (…) Y hay que pararlo y empujarlo para que camine porque es un cuerpo de avance lento, pero ahí lo estamos empujando y entre todos va a tener que caminar porque lo vamos a empujar todos’. Hoy dará a conocer la lista de cuáles gasolinerías en todo el país venden más caro el combustible, pues señaló que el precio de 19 pesos por litro ‘es un abuso’. Aseguró que se les entrega a 16 pesos y están vendiendo en 19 y a 20 pesos. Por lo visto, en esa lista estarán todas las estaciones de servicio”.

¿AMLO dio la bendición a Alito?

El Universal, Bajo Reserva, asegura que: “la mañana de ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno (PRI), tuvieron un desayuno privado en la histórica ciudad de Champotón. Nos dicen que en la reunión ambos políticos hablaron sobre los programas federales para impulsar el sureste del país como el proyecto del Tren Maya. Sin embargo, nos señalan que más de un priista está interesado en saber si entre la fruta, el café y el pan, salió a plática el tema del relevo en la presidencia del PRI, en el que don Alejandro participa como uno de los aspirantes, y que varios dentro del tricolor consideran como el candidato mejor visto por el mandatario federal. Será que en estos días santos Alito, como lo llaman sus amigos, recibió la “bendición” presidencial”.

@loscabareteros


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