“El globo flotando”, puente terapéutico
En hebreo la palabra shjol designa a los padres que han perdido a sus hijos. Sin embargo, en otros idiomas no existe una forma de nombrar a quien sobrevive a la muerte de un hijo. La naturaleza indica que los padres partirán antes, pero cuando la situación se revierte, llega el desconcierto, el dolor profundo […]
En hebreo la palabra shjol designa a los padres que han perdido a sus hijos. Sin embargo, en otros idiomas no existe una forma de nombrar a quien sobrevive a la muerte de un hijo. La naturaleza indica que los padres partirán antes, pero cuando la situación se revierte, llega el desconcierto, el dolor profundo y la incredulidad.
Acerca de tal duelo y de aprender a despedirse es de lo que habla la obra El globo flotando, escrita por Alberto Rojas Apel, dirigida y adaptada por Juan Carlos Roldán, y protagonizada por Fernando Canek, Sofía Beatriz López y Víctor Hugo Reyes.
Tras cuatro temporadas en diferentes espacios, inicia una quinta en el Teatro NH.
Fernando Canek, hijo de Fernando Luján, interpreta a un padre, quien ha perdido a su hijo en un accidente.
“Hay una madurez mayor al comprender la obra a nivel personal y social tras cinco temporadas. Es una obra muy positiva tanto para padres como para niños, y el personaje del papá madura mucho más, pues entiendo emocionalmente las cosas de otra manera.
“Cuando uno experimenta pérdidas en lo personal y las puede traducir a una obra como ésta, cobran otro sentido. Sin embargo, la obra es enriquecedora, viva y divertida, es una celebración de la vida en general; es de esos momentos en que padres e hijos pueden tener una conexión íntima a raíz de una experiencia de entretenimiento”, señaló Canek a Excélsior.
El globo flotando relata lo que le sucede a Eloy, un niño de ocho años, hijo de padres separados, quien en un paseo con su padre en un centro comercial pierde su globo, que vuela hacia el techo. Sin embargo, en el trayecto a casa de su madre, el niño planea cómo bajarlo, se fuga y sufre un accidente.
Tras la pérdida de su hijo, el padre decide recuperar el globo extraviado. El juguete infantil se convierte en su hijo; recrea esta metáfora de un ser liberado y dolorosamente inalcanzable.
“Ha sido un amplio abanico de público. Hemos tenido a familias que comparten funciones con nosotros, más de una vez, porque la obra les conmueve de una manera muy especial. Quienes no han tenido pérdidas tan fuertes, tienen una experiencia de condición humana muy enaltecedora y los papás encuentran una forma didáctica de hablar con sus hijos del tema. Quienes no son padres, salen muy conmovidos, pues la historia toca fibras humanas”, destacó Canek.
El globo en la puesta en escena cobra diferentes significados, como la ha hecho el cine con películas como la animada Up: una aventura de altura (2009) o El globo rojo (Le Ballon Rouge, 1956).
“Tener una historia amena para los niños, a raíz de una aventura de personajes entrañables y contarles este sentido metafórico de las cosas o específico, basado en cómo se desenvuelve la anécdota, hace que los niños se acerquen a temas muy complejos de una manera poco condescendiente; hay que tomarlos como seres pensantes.
“Esta obra es de teatro experimental de Alberto Rojas, quien encontró que el globo tiene un gran simbolismo en la literatura, el cine y el teatro. Es un gran elemento, porque cuando somos niños sentimos una gran atracción por los globos, porque pueden elevarse y estimulan la imaginación. Es un símbolo universal y en este caso es un personaje importante por lo que representa, pero también porque es la excusa de la anécdota: rescatarlo es tan importante para el hijo como para el padre”, concluyó.
Excélsior
