The Rolling Stones: “¡Ustedes son chidos!”
Los británicos causaron envidia por su derroche de energía durante dos horas en el primero de sus dos conciertos en el Foro Sol
Los británicos causaron envidia por su derroche de energía durante dos horas en el primero de sus dos conciertos en el Foro Sol
Ciudad de México, 15 de marzo.- El fuego de Sus Satánicas Majestades ascendió sobre el Foro Sol. The Rolling Stones volvió a casa, a territorio mexicano, donde su leyenda prevalece desde hace 54 años y parece que prevalecerá por el resto de la eternidad.
Verlos sobre el escenario que se cimbró a las 21:00 horas fue entender que tienen un pacto con el diablo. Si las drogas jamás los derrocaron, la vida les hace los mandados. Ellos nacieron para la inmortalidad que enseñaron con la apertura de Start Me Up, aquella rola con altas inclinaciones sexuales que espantaron a la NFL al grado de censurarlos en su espectáculo de medio tiempo, de 2006.
Jagger sigue siendo ese rompecorazones de los primeros años, cuyos movimientos bastaban para llevar a la cama a las que soñaban con estar junto a él. Richards, él, que se ha metido hasta las yemas de los dedos por la nariz, sigue seduciendo las cuerdas de su guitarra como si fuera la primera vez.
It’s only rock ‘n’ roll (but I Like It) entonaron los cuatro británicos. Un momento de gloria para la vieja guardia de seguidores, cuyas canas sólo significaron un insignificante paso de tiempo. Muchos acomodaron sus manos sobre su guitarra imaginaria y rockearon como en sus mejores tiempos. Las señoras volvieron a soñar con su guapo Mick y los más jóvenes, ellos por momentos no entendían lo que estaba sucediendo.
Los primerizos en un concierto de Sus Satánicas Majestades presenciaron historia. La piel se erizó por ver el poder de cuatro hombres.
“Hace 10 años que no veníamos a México y qué chingón que estamos de vuelta. Antes tomábamos tequila, ahora tomamos mezcal”, gritó el mítico Jagger, en español una lengua que lo ha rodeado durante este Olé Tour.
Tumbling Dice, Out of Control y Street Fighting Man, esta elegida por sus fans a través de una votación en redes sociales, continuaron con el esperado setlist de la noche.
Emotivo fue presenciar que los fans old school de los Stones no usa celular para quedarse con el show en la memoria.
Jagger estaba de buen humor y, al parecer, está enterado de que afuera de su hotel hay decenas de periodistas esperándolo. No le gustan las entrevistas y se notó con su frase burlón, hasta bromeó con el caso de Joaquín Guzmán Loera y la polémica entrevista a Rolling Stone.
“Sean Penn vino a entrevistarme, pero me escapé. Fuimos al Zócalo, fuimos a las Pirámides, pero lo mejor fue cuando fuimos a las luchas y me quise subir al ring”, dijo el cantante entre risas.
Por supuesto que esto a los fans les hizo gracia; sin embargo, a los reporteros los dejó con la mandíbula abierta. No hubo nada más que carcajearse de la astucia del cuarteto de Reino Unido.
Richards tuvo su momento al micrófono con You Got the Silver, un tema muy especial para él, pues fue escrita para Anita Pallenberg, madre de sus hijos Marlon León, Angela y Tara Jo Jo, quien desafortunadamente perdió la vida a las 10 semanas de nacido. Fue la primera canción en la que el guitarrista asumió el papel de frontman en el aclamado Let it Bleeding, de 1969.
Era imposible que hiciera caso omiso de sus problemas con la ley a raíz de su gusto por diversas sustancias de dudosa procedencia. Sobre eso habla Before They Make me Run, una respuesta a su arresto en Toronto por posesión de heroína, en 1977.
En pleno siglo XXI nadie se espantó con Midnight Rambler, inspirada en Albert DeSalvo, el Estrangulador de Boston. Las guitarras revivieron el blues, un ritmo que trajo consigo una práctica muy vintage: prender los encendedores sobre las tribunas.
Daba envidia ver a Jagger, a sus 72 años, moverse mejor que varios de los que abarrotaron el inmueble de Río Churubusco. Era como una lombriz bañada en sal, con estilo e incansable. Por supuesto hizo sentir mal a los más ancianos.
“Ese cabrón hace lo que quiere y a mí ya me duele la ciática”, se oyó al fondo de la zona general, y por supuesto se vivieron las risas. Una bandera de México cubrió las espaldas de Mick Jagger al finalizar Mise You, un tema que evidenció la influencia de la música disco neoyorquina.
Todo fiel a Sus Satánicas Majestades sabe que siempre repudiaron la guerra de Vietnam y por eso compusieron Gimme Shelter, la primera canción en la que invitaron a grabar a Merry Clayton, la primera voz femenina en los Stones. Su parte fue interpretada por una vocalista negra, Sasha Karen, una voz tan intensa que compitió al nivel de la de Jagger.
“¡Qué noche tan brutal!”, gritó el animado vocalista enfundado en un saco verde y así llegó el turno de Jumpin’ Jack Flash, anunciada por el despegue de una lluvia de pirotecnia.
Sympathy For The Devil hizo su aparición antes de despedir el encore. Hizo recordar que hubo un momento de cerrazón en la que la sociedad de antaño pensaba que era un mensaje del Diablo, pero, en realidad, era una controvertida lírica inspirada en poetas franceses.
Cuenta la historia de un hombre que se atribuye toda la maldad de la historia: la crucifixión de Jesucristo, la Segunda Guerra Mundial y hasta el asesinato del expresidente de Estados Unidos John F. Kennedy.
Las pantallas se llenaron de diablitos y un color rojo que los hizo sentir en el mismo infierno. Brown Sugar, otro recuerdo de su época donde el sexo, alcohol, drogas y rock and roll era su pan de cada día.
Llegó un descanso merecido para los Stones. Una lengua dorada, el logo de la banda, dio la bienvenida a un coro que abrió el tema You Can’t Always Get What you Want, que en épocas sesentera se dijo que era la contraparte de Hey Jude, de The Beatles, incluso John Lennon llegó a declarar que siempre iban detrás de sus ideas. Un coro local siempre acompaña a los Stones en esta canción.
La despedida llegó a las 23:04 horas con (I Can’t Get No) Satisfaction, el hit que reflejó la frustración de un adolescente en relaciones sexuales, sociedad y en una sociedad capitalista.
“¡Ustedes son chidos!”, dijo Jagger para despedirse.
La única frustración que enfrentarán 60 mil cabezas esta noche será la eterna pregunta ¿será la penúltima vez de The Rolling Stones en México?
Después del jueves el destino de Sus Satánicas Majestades quedará en ellos mismos; sin embargo, quedó claro que nadie llegará a destronarlos como la última leyenda del rock and roll.
A gastar los ahorros y cruzar continentes
Por ver a The Rolling Stones vale gastar los ahorros y cruzar continentes sin ningún límite. Un grupo de cuatro alemanes ha derrochado más de 10 mil dólares (casi 200 mil pesos), cada uno, con tal de seguir los pasos del Olé Tour, que ha recorrido Brasil, Colombia, Perú, Chile y Uruguay.
“Empecé tarde a seguir a The Rolling Stones. Alguna vez los conocí en Inglaterra, fue imponente. Ver a leyendas vivas es petrificarte. Esa experiencia me motivó a tomar los vuelos que fueran posibles y venir a vivir una gira latina”, explicó uno de los teutones.
Los hermanos Masanori y Mayumi Nishida, viajaron desde Japón para vivir su primera vez en un show de los Stones y en México.
“Nos contaron que aquí era la mejor opción para verlos. Casi no hablamos español ni inglés, pero sabemos sus canciones”, dijo Masanori.
Costarricenses desfilaron triunfantes con su lábaro patrio. Parejas estadunidenses aprovecharon la piratería por lo barato. Dentro las playeras tenían un costo de 450 pesos.
La presencia de Sus Satánicas Majestades sé sintió en cuanto el Sol empezaba a despedir su jornada diaria.
Eran las 17:00 horas cuando el movimiento de sus seguidores comenzó vía subterránea y terrestre. Desde el Metro Tacubaya comenzaron a marchar decenas de fieles a la agrupación, quienes invadieron la Línea 9 con destino al Foro Sol.
Muchos veteranos del rock & roll enfundados en sus camisetas con el legendario logo de la lengua, ideado por Ernie Cefalu y dibujado por John Pasche. Aquellos que iban acompañados de sangre joven, sobrinos, hijos o nietos, llevaban una sonrisa orgullosa: sus épocas de gloria llegaron a sus descendientes y estaban por atestiguar a la banda más grande de rock. No se hablaba de nada excepto a de Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts, y de los souvenirs que esperaban comprar.
Ciudad Deportiva estaba atestada de revendedores, quienes pedían hasta cuatro mil pesos por un boleto en la zona General B y aseguraban tener Platinos de las primeras filas por 15 mil pesos, existencia verdaderamente dudosa. A escasos metros los policías se hacían de la vista gorda.
Muchos se olvidaron de trabajar o de las clases, otros arribaron con traje y en las entrañas de la Deportiva se quitaron la corbata opresiva y rejuvenecieron con playeras que vendían por 100 o 200 pesos los comerciantes no oficiales.
Los taquitos de guisado de Viaducto y Calle 39 fueron la salvación para quienes retrasaron su hora de comida; atrás los six de chelas por 60 pesos comenzaron el precopeo para los que consideran que 100 pesos por una chela es un exceso, al interior del inmueble.
Agencias