A un año, la Guardia Nacional sigue sin dar resultados
No es un cuerpo militar, pero tampoco es un cuerpo policiaco; tiene un mando militar, pero los soldados y marinos agregados han conservado sus nombramientos en la SEDENA y SEMAR, es un cuerpo militarizado convertido a policía, pero se le encargan misiones alejadas de las zonas de control del narcotráfico y no se vigilan los […]
No es un cuerpo militar, pero tampoco es un cuerpo policiaco; tiene un mando militar, pero los soldados y marinos agregados han conservado sus nombramientos en la SEDENA y SEMAR, es un cuerpo militarizado convertido a policía, pero se le encargan misiones alejadas de las zonas de control del narcotráfico y no se vigilan los dominios del hampa.
Vigilan el Metro de la Ciudad de México, y los Hospitales destinados al COVID-19, algo que perfectamente podría hacer la policía municipal en muchas ciudades. Su tarea ya no integra la confrontación con los delincuentes organizados, con las comunidades de narco-cultura. Su función parece la de una Guardia Civil, como la Española, pero su formación es diferente.
La Guardia Civil de España nace para ser policía, que se hace operar con disciplina militar, pero es básicamente policía. En México se improvisa que los militares hagan las veces de policías, y ahora les amplían el campo a averiguar delitos del orden común. Incluso operaciones encubiertas, que pueden ser debatidas en su procedencia al consignar un sujeto.
Se ha creado un organismo que se ubica en forma caprichosa en el país. Aparece en Cancún, pero poco se ve en otras ciudades. Y particularmente se les aleja de las zonas calientes.
El cambio de orientación de este gobierno fue paralizar la guerra contra el narco, y de hecho han disminuido las confrontaciones y en ocasiones de encuentros, la Guardia Nacional se retira.
Se ha creado un gran órgano militar-policiaco, pero su justificación no se comprende. De hecho, su funcionamiento es irregular en lo administrativo. Se supone que un elemento de la Guardia Nacional gana 19 mil pesos mensuales, con un presupuesto de 3.8 mil millones de pesos. Pero si actualmente tienen 72 mil elementos, sumando su mes de aguinaldo, las cuentas no resultan ya que el presupuesto se consume tan sólo en salarios. Les quedan mil millones de pesos para comprar camionetas y uniformes diferentes.
Los Soldados y Marinos, reciben un sobresueldo que los nivela a lo que reciben sus compañeros que forman parte de las fuerzas armadas y de las cuales fueron comisionados a la GN.
Se supone que la Guardia Nacional no es un organismo militar, ya que de serlo crea problemas jurisdiccionales. Pero si lograra obtener un funcionamiento aceptable para la sociedad, su crecimiento en números de reclutamiento, sería sobre la disminución de los órganos de seguridad de los estados o de los municipios. Su carencia de instalaciones, su creación más política que formal y real, no ha considerado que la improvisación no es adecuada en un cuerpo de seguridad.
Como ente policiaco, es demasiado pensar en la Guardia Nacional para enfrentar a un ladronzuelo, pero es demasiado poco si se trata de detener el control de los convoyes armados de los carteles poderosos. Básicamente todo es un engaño, como acostumbra la 4T.
Los soldados y marinos, trabajaban en asuntos de la seguridad local, estatal y nacional. Les cambiaron el uniforme, para seguir haciendo lo mismo. Ciertamente hay estados como Hidalgo, Oaxaca, Guerrero o Ecatepec, Estado de México; en qué los ciudadanos son capaces de incendiar un hospital por creer que esparce o fomenta el COVID-19.
De hecho una simple sanitización, considerada por sus criterios supersticiosos- masivos, se convierte en una amenaza que moviliza a una población dada a los linchamientos. Indudablemente ahí se hace necesaria una presencia disuasiva que muchos municipios no tienen.
Pudieron hacerla con militares en el Plan DNIII, pero se trata de darle gusto al presidente Andrés Manuel López Obrador. Tal vez la guerra de Calderón y la continuación de Peña Nieto, no eran tan eficaces y si de alto riesgo, pero la cantidad de detenidos, de muertos de las fuerzas delictivas por resistencia armada, o agresión a los militares atrajo reacciones de exterminio y de uso de fuerza letal, porque un Ejército es lo que porta, conserva y desarrolla.
Con la Guardia Nacional, dudo en llamarlos policías, pero tampoco son exactamente soldados. Su vulnerabilidad ante el COVID-19 evidenció improvisación, falta de equipos adecuados, entrenamiento ante esta emergencia, y finalmente un olímpico desconocimiento del riesgo de contagio.
El arsenal de la Guardia Nacional guardó pertrechos y coronavirus, sin que los mandos tuvieran una idea del riesgo de su personal, que hasta contagiarse, como sucedió en Puerto Vallarta, pusieron la señal de alerta; tarde, como se hace a la mexicana…
No han tenido logros, en más de un año de existencia. Podrá ser el cuerpo favorito del presidente, que muestra así su fobia a los mandos tradicionales del instituto armado. Además Alfonso Durazo, se ha visto cada día más disminuido en su efectividad. La vergüenza del fallido operativo contra Ovidio Guzmán, cobró a Durazo, un papel más discreto y secundario.
El presidente los hace madrugar para informarle antes de cada mañanera, y reúne a su gabinete de seguridad. Pero los casi 40 mil muertos del gobierno de la 4T demuestran que no hay una actividad o una iniciativa combativa al delito, función que se supone de un cuerpo grande como es la Guardia Nacional.
Los operativos se acabaron, y las cifras de incautación de drogas son reducidas, nada de que jactarse. Los detenidos por huachicol, que se supone exterminado hasta un 94% no se ven por ninguna parte. De hecho, este renglón golpea a Pemex duramente, porque en la medida en que se encarece el combustible por los impuestos, se vuelve más atractivo el adquirirlo en el mercado negro del huachicol.
En resumen, los homicidios siguen sin que se adopten estrategias de seguridad del gabinete especializado. Las cifras de muertos se siguen desbordando, incluso más que la propia letalidad del COVID-19. A pesar de ello, no se ha visto una planificación exitosa, el rescate de comunidades sometidas al dominio y cobro de plaza y control del narco, y la delincuencia común sigue escalando, los robos a mano armada, para despojo de vehículos, son habituales. Son temas del café de la mañana, “Ya vieron lo que le pasó a fulanito cuando salía de su casa, ya lo estaban esperando… o los motoratones armados”
¿De qué sirve que el Secretario de la Defensa y el mando de la Guardia Nacional se levanten en la madrugada, si de sus reflexiones nada sucede? Si el país parece perder la gobernabilidad por el vacío de autoridad.
Los transportistas de carga, repetidamente denuncian la inseguridad, presentan cifras de miedo, pero ninguna autoridad resuelve el cambio. Lo caminos han vuelto a ser zonas de robo, violación de pasajeros en los autobuses, y de crímenes a los trabajadores del transporte de carga.
Ciertamente la desaparición de la Policía Federal, por la sospecha de corrupción podría haber dado lugar a una depuración estricta y de confianza, pero este organismo se enfrentaba más en diversas instancias a los delincuentes. Por lo tanto, la Guardia Nacional, no ha podido siquiera llenar el hueco de esta corporación desaparecida.
Nadie quiere que falle la estrategia de seguridad, pero hasta hoy no hay un solo resultado positivo y contundente. Se culpará a los neoliberales, a los críticos que instigan el fracaso de la 4T. En realidad, están fracasando solos, porque no tienen rumbo, ni una estrategia adecuada que nos permita establecer éxitos, aciertos, desde el punto de vista de ganancia de seguridad.