Establecer paz y seguridad: misión imposible para la GN

La Guardia Nacional es un organismo con disciplina militar, pero con funciones de policía civil muy parecido a la Gendarmería de Peña Nieto que hizo albergar esperanzas, sin embargo era un cuerpo insuficiente para mantener la vigilancia, la seguridad y la estabilidad del país. Sus funciones eran bastantes y su personal operativo era muy limitado […]

01/10/2019

La Guardia Nacional es un organismo con disciplina militar, pero con funciones de policía civil muy parecido a la Gendarmería de Peña Nieto que hizo albergar esperanzas, sin embargo era un cuerpo insuficiente para mantener la vigilancia, la seguridad y la estabilidad del país. Sus funciones eran bastantes y su personal operativo era muy limitado para abarcar todo el territorio nacional.

Este mismo padecimiento comienza a ocurrirle a la GN, pues registra sus primeros problemas administrativos. No hay una definición especifica entre su propio personal, debido a que no se les da trato de militares ni de civiles, sus obligaciones son a conveniencia de los jefes, pero sus prestaciones son ambiguas.

Expertos en temas de seguridad estiman que este cuerpo policiaco-militar necesita entre 300 mil y 400 mil hombres y mujeres capacitados, además de un equipamiento suficiente para patrullar por las calles del país. Lamentablemente no alcanzan ni los 50 mil elementos efectivos, a pesar de sus grandes esfuerzos e intentos por reclutar más personal. Prefieren mejor registrarse en el programa “Jóvenes construyendo futuro” que es para los “NiNis” que ni estudian ni trabajan en vez de arriesgar el pellejo enfrentando al crimen organizado.

Para darnos una idea, la existencia del Ejército, Fuerza Aérea y Marina, se acerca a los 140 mil elementos, de los cuales muchos ahora portan el gafete de GN. Esto ha originado una considerable pérdida de personal, por las agotadoras tareas, el riesgo y la movilidad por todo el país, que causa incomodidad para los que tienen vida familiar.

Parece que la elocuencia de nuestro Presidente Andrés Manuel al dirigirse a los criminales, apelando al amor que les guardan a sus madres de familia, o aborrecer con calificativos como “fuchi y guacala” a la corrupción o al crimen, no han dado los resultados que se esperaban, pues los criminales ni han depuesto las armas y aun continúan con sus labores delictivas.

El perdón franciscano que ofrece AMLO es dirigido a delincuentes de poca monta, esto es, a los que hayan robado menos de 51 mil pesos, mismos que podrían salir en libertad. Es curioso que muchos de los crímenes que tanto azotan al país sean precisamente estos pequeños delitos.

Robos a celulares, a casa habitación, robo de auto partes. Es la mayor exigencia de la sociedad, seguridad en torno al barrio, al centro comercial, al ir al banco, a un parque o área verde común, además de tener seguridad en las entradas y salidas escolares, presencia y rápida reacción para atender al que sufre un delito.

El convoy de la Guardia Nacional impresiona, pero no ocurre nada. A no ser que enfrenten el desafío de grupos armados circunstancialmente, en zonas calientes, su rondín por las calles resulta inútil. Los homicidios se cometen en segundos, las cifras calan y los desaparecidos y despedazados son interminables.

El problema es que el Estado, la 4T sigue sin encontrar un camino para lograr la paz, las palabras de perdón y de reconciliación resultan ridículas, lo demuestran los hechos y los miles de muertos producto del crimen organizado, donde lamentablemente se derrama también sangre inocente.

La Guardia Nacional parece que es la única solución al problema tan grave de inseguridad que vivimos hoy en día en todos los rincones de México. Las esperanzas en dicha corporación son cada vez menos prometedoras, pues es una tarea casi imposible por la insuficiencia de hombres y recursos. Algunos dicen que es la misma gata que la gendarmería militarizada, rebautizada y que no acabó de desarrollarse.

El intentar cambios con discursos de amnistía, son obsoletos y no dan resultados. Se requiere acciones concretas, control de colectividades anárquicas y un golpe de timón urgente y certero.

El país está en manos del hampa y parece ser que el crimen es el único bien organizado. Si no hay una solución eficaz, en un futuro no muy lejano podríamos convertirnos en un estado fallido. Todo ese contexto arrastra también a la economía, otro dolor de cabeza del que podríamos estar hablando en unos meses más.

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