El sistemático ataque al periodismo crítico

Todo gobierno, de cualquier partido político que llegue al poder, ejerce su fuerza y pretendo intimidar periodistas, sobre todo aquellos que han sido sus más duros críticos; la censura es una acción común pero se hace efectiva en uno o dos comunicadores molestos al régimen, nunca se había logrado apagar voces masivamente. En el sexenio […]

12/02/2020

Todo gobierno, de cualquier partido político que llegue al poder, ejerce su fuerza y pretendo intimidar periodistas, sobre todo aquellos que han sido sus más duros críticos; la censura es una acción común pero se hace efectiva en uno o dos comunicadores molestos al régimen, nunca se había logrado apagar voces masivamente.

En el sexenio de Enrique Peña Nieto, por recordar el caso más sonado del gobierno anterior, se trató de la periodista Carmen Aristegui quien fue separada de su programa radial en la empresa MVS al entrar en un conflicto artificial que la propia MVS fabricó; su trabajo periodístico más relevante fue el tema de “la Casa Blanca” y darle seguimiento a fondo a los escándalos de “Odebrecht” y “La Estafa Maestra”.

Carmen Aristegui era una de las mayores detractoras del gobierno de Peña Nieto y al mismo tiempo su espacio informativo era un bastión informativo de Andrés Manuel López Obrador y su despido se entendió como censura por parte del gobierno de Peña Nieto.

Es común que las empresas de comunicación (periódicos, radios, televisión y hasta las plataformas digitales) sean vulnerables a las peticiones de entregar cabezas de comunicadores incómodos al régimen; los dueños de los medios de comunicación prefieren “llevar la fiesta en paz” y no perder la oportunidad de seguir haciendo negocios con el gobierno, sea directamente con el medio de comunicación o de alguna otra forma.

Los periodistas, empleados a final de cuentas, no son afectos a salir de los medios de comunicación en batallas legales –como sí lo hizo Carmen Aristegui–, conocen perfectamente el motivo que los obliga a cerrar sus espacios y asumen las consecuencias. Se despiden y se van.

En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador nos encontramos con el más duro ataque a la libertad de expresión y la más fuerte oposición a la crítica periodística; nunca como ahora se había visto el nivel de intolerancia a las expresiones informativas que además de cuestionar sus decisiones, también le critican.

La fórmula para cerrar los espacios es la misma y en algunos casos más burda, pero el resultado final siempre es el mismo: un periodista que debe dejar su entorno laboral de información porque resultó incómodo para el gobierno.

La lista de periodistas o espacios censurados incluyen medios de comunicación considerados “poderosos” y en ella aparecen nombres de periodistas connotados hasta los menos conocidos.

Estos son los periodistas o los espacios informativos que han sido censurados por el gobierno de la 4T:

Callo de Hacha (Radio Fórmula); Carlos Elizondo (Excélsior); Carlos Loret de Mola (Televisa y Radio Centro); Carlos Marín (Milenio); Carlos Ramos Padilla (ABC Radio); Eduardo Torreblanca (Grupo Siete); Fernanda de la Torre (Excélsior); Guadalupe Juárez (Radio Centro) e Irma Pérez Lince (Canal Once).

Además: Javier Solórzano (Canal Once); Jesús Martín Mendoza (Radio Centro); Joel Ortega (Milenio); Jorge Ramos Pérez (El Universal); Pedro Ferriz de Con (Grupo Siete); – Ricardo Gómez (El Universal); Ricardo Alemán (Canal Once y Televisa); Sergio Sarmiento (Radio Centro) yVíctor Trujillo “Brozo” (Al Aire Libre).

Cada uno de ellos, desde sus plataformas informativas resultaron incómodos para el gobierno de López Obrador; algunos de ellos fueron linchados públicamente por las “benditas redes sociales” desde la campaña y a todos se les adjudicaron diversos epítetos para descalificarlos como voces críticas.

Los que no formaban parte de “la mafia del poder” eran “chayoteros” o de pronto se convirtieron en expresiones intolerables para el régimen en turno de ahí que la mejor solución era acallar sus voces, cerrarles espacios y suplirlos con personajes afectos al gobierno, incondicionales panegíricos que solamente cantan loas a la 4T.

El presidente López Obrador no deja de pregonar un respeto total a la libertad de expresión y exhibe como ejemplo que en cada conferencia de prensa matutina se permiten todos los cuestionamientos; eso es falacia, porque solamente responde aquellos que le convienen y evade dar respuesta a los temas incómodos e incluso hay periodistas que han sido vetados para asistir a “las mañaneras” debido a que son incisivos a la hora de cuestionar y eso los convierte en “incómodos” lo que luego deriva en candidatos a la censura.

Lo cierto es que desde la 4T no quieren se exhiba la realidad y gustan de que todo sea del color del cristal con el que ellos miran.


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