Armando Salas Portugal
Un fotógrafo viajero y un alquimista de la imagen Armando Salas Portugal es junto a Dr. Atl y al poeta Carlos Pellicer uno de los tres paisajistas más emblemáticos del Siglo XX. Pellicer por ser un poeta de formas, colores y de la exuberancia del paisaje. Gerardo Murillo, bautizado por Leopoldo Lugones como Dr. Atl, […]
Un fotógrafo viajero y un alquimista de la imagen
Armando Salas Portugal es junto a Dr. Atl y al poeta Carlos Pellicer uno de los tres paisajistas más emblemáticos del Siglo XX. Pellicer por ser un poeta de formas, colores y de la exuberancia del paisaje. Gerardo Murillo, bautizado por Leopoldo Lugones como Dr. Atl, por plasmar el paisaje mexicano con un sello de identidad propio y cuya personalidad independiente lo llevó a autobautizarse como “el agua maravillosa de su alegría de vivir”. Es esta alegría de vivir una característica recurrente en los tres artistas.
Armando Salas Portugal fue un artista de la fotografía que le tocó la suerte de vivir en uno de los periodos más excitantes, catastróficos y emocionantes de la historia de México y del mundo. Armando vino al mundo en 1916, en plena efervescencia del movimiento revolucionario mexicano, en su periodo más cruel y devastador. En el viejo continente las naciones sufrían los estragos de la tecnología bélica de la Primera Guerra Mundial. Albert Einstein presentaba su teoría de la relatividad general, que daría un giro a la física reformulando por completo el concepto de gravedad. Sus investigaciones dieron origen a una nueva rama de la física: la cosmología. Si continuamos nuestro viaje por las décadas del Siglo XX (aun con sus guerras mundiales y sus revoluciones) es imposible no ver con espíritu romántico a los años de la Vanguardia artística de las primeras tres décadas, contexto que rodeó a Salas Portugal.
Montparnasse en París era el caldero de intelectuales y artistas plásticos de todo el mundo, de esta cuna del Vanguardismo, regresaban a sus países natales a dar continuidad con un sello personal pintores, escritores, poetas, cineastas y fotógrafos. Pero también pisaban nuestras tierras personajes extranjeros como André Bretón, máximo exponente del surrealismo, el fotógrafo norteamericano Edward Weston, quien acompañaría sentimentalmente a la italiana Tina Modotti. Tinísima, como le llamara Elena Poniatowska se daba vuelo con su cámara retratando el México de los años 20, mientras Pablo Neruda y Rafael Alberti contribuían con sus vuelos poéticos a promocionar la obra de Modotti en nuestro continente. Son los años en los que los artistas y todo el mundo entablaban relaciones con sus seres queridos que se encontraban a distancia a través de epístolas. ¿Podrían ustedes con lo vertiginoso de los tiempos actuales sentarse a escribir una carta a un amigo, familiar o a un amor en la cual pudieran hacer sentir al emisor tan cerca a través de las palabras que por un momento pudieran tener la sensación de tocarse?
Es la anécdota epistolar un pretexto para contar esta historia fotográfica en la cual Armando Salas Portugal nos transporta al sur de nuestro país en una “Crónica de un viaje a Yucatán, 1946”, imágenes que son presentadas por primera vez en Durango y que son producto de un viaje que Armando hiciera a la Península de Yucatán en el año de 1946.
La exposición nos presenta fragmentos de una carta que Salas Portugal dirigió a su amigo Jose Luis de la Fuentes, en Agosto de 1946. En ella le cuenta a su amigo sus vivencias del viaje desde que se embarca en el buque “Emancipación” en el estado de Campeche hasta su viaje por tierra en los ferrocarriles que conectaban a la ruta maya. “El viaje ha tenido aspectos fantásticos de una belleza tremenda… He sacado fotos de una belleza jamás pensada y apenas estamos a la mitad del viaje” ” escribe Armando. La colección incluye una memoria fotográfica del viaje en la que Salas Portugal nos imprime su emoción. Yucatán en esos años aún permanecía intacto de la sombra depredadora del capitalismo turístico. Esto hace que esta muestra conformada por 61 fotografías sea sumamente atractiva porque nos documenta en qué condiciones estaban para 1946 los sitios arqueológicos mayas de Uxmal y Chichen Itzá, así como nos dan un testimonio costumbrista del paisaje y los poblados de las costas de Yucatán y Campeche. Parte de esta colección se reveló hasta el año del 2015, año en la que se expuso por primera vez en Casa de Cultura Banamex, Museo Casa Montejo en Mérida, Yucatán.
Armando se enfocó durante toda su vida a crear un atlas del paisaje mexicano y con esta idea en mente recorrió gran parte del país, explorando campos, paisajes, caminos, sitios arquitectónicos así como volcanes y cumbres montañosas del paisaje de nuestro país. Recordemos que el nacionalismo que iniciara Vasconcelos en México en el siglo XX tiene su edad de oro durante los años de la posguerra (1946) en los cuales nuestro país se erigió como una nación progresista siendo considerado este periodo por los historiadores como “el Milagro Mexicano”.
Durango tendrá la oportunidad de ver la obra de un artista excepcional, quien no sólo fue un importante fotógrafo viajero, sino también fue promotor de un subgénero de la fotografía llamada “fotografía del pensamiento”, que son imágenes abstractas que se obtienen mediante una concentración mental en plena oscuridad y teniendo un contacto corpóreo con una película sensible y virgen y que una vez que se revelan exponen los misterios del cerebro y sus desconocidos hipervínculos.
“Crónica de un viaje a Yucatán, 1946”, se exhibe en Casa de Cultura Banamex, “Palacio del Conde del Valle de Súchil a partir del 25 de febrero. Invito al lector a no perderse de este recorrido por el paisaje sureño.