Los accidentes automovilísticos son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad entre los jóvenes, y las causas principales son el exceso de velocidad, el consumo de alcohol y en tercer lugar el uso de los teléfonos celulares.

Las personas que conducen y utilizan el celular tienen cinco veces más probabilidades de tener un accidente. El uso del teléfono incluye hablar, revisar correo o enviar mensajes de texto. Esto se debe a que nuestro cerebro no está preparado para realizar dos acciones al mismo tiempo de manera correcta; el conducir de manera adecuada implica estar atentos al camino, a los otros vehículos, a las señalizaciones, a los peatones, etc. De tal manera que apartar unos pocos segundos la vista del camino conlleva a grandes riesgos para tener una colisión.

Usar el teléfono con manos libres prácticamente tiene el mismo riesgo de accidente ya que la atención se dispersa de la actividad de conducción.

La mayoría de la gente no está consciente de los peligros que conlleva esta práctica, tanto para ellos mismos como para los demás, mostrando una gran irresponsabilidad.

Este tipo de accidentes ocurre más frecuentemente durante la mañana. Una situación importante es que cuando el motivo del accidente es el uso del celular, el conductor (a) difícilmente acepta que estaba usando dicho aparato.

Si bien es cierto que los accidentes de tránsito debidos al uso de alcohol han disminuido, los provocados por el uso del celular han aumentado. Lo vemos todos los días, es rara la persona que no utiliza el celular mientras conduce, pero el colmo es que el conductor que va a un lado tuyo vaya enviando mensajes ¡Hasta da miedo! y lo peor del caso es que si te atreves a hacer alguna señalización, el conductor inconsciente además se enoja… es ahí donde te preguntas ¿Dónde están los policías viales?, seguramente están persiguiendo a conductores con aliento alcohólico para “infraccionarlos”.

Lo cierto es que casi todo avance tecnológico trae consigo repercusiones en la salud del ser humano, pero no son los propios instrumentos, sino el mal uso de los mismos.

Ojalá nuestras autoridades viales pongan cartas en el asunto así como lo hicieron con la administración del alcoholímetro y apliquen el reglamento.