Heces fecales podrían ser tratamiento para enfermedades

Ciudad de México.- Isabel nunca imaginó que algo que todos despreciamos cada día pudiera curarla y devolverle la calidad de vida. Su salvación fue el trasplante fecal que le hicieron en marzo para tratar una infección resistente provocada por la bacteria Clostridium difficile. Llevaba cinco largos e interminables meses con dolores abdominales fuertes y constantes. […]

29/11/2018

Ciudad de México.- Isabel nunca imaginó que algo que todos despreciamos cada día pudiera curarla y devolverle la calidad de vida. Su salvación fue el trasplante fecal que le hicieron en marzo para tratar una infección resistente provocada por la bacteria Clostridium difficile. Llevaba cinco largos e interminables meses con dolores abdominales fuertes y constantes. «No podía ni salir de casa por diarreas recurrentes», cuenta. «Había días que iba al aseo hasta 30 veces». Incluso tuvieron que ingresarla en el hospital en seis ocasiones con riesgo de desnutrición.

Una situación muy desesperante que no siempre responde a la acción de los antibióticos. Y cuando esto ocurre, las heces dejan de ser un simple desperdicio humano para convertirse en el mejor tratamiento. «Algo tan natural, tan barato y que todos tiramos…», reflexiona la paciente.

La efectividad de las heces para resolver esta infección es tan llamativa como contundente. Incluso se han formulado cápsulas orales para facilitar su administración en centros internacionales y hospitales como el Gregorio Marañón de Madrid. Pero su potencial no acaba aquí: varios grupos de investigación ya estudian el trasplante fecal para tratar males de lo más diverso, como la enfermedad de Crohn, el colon irritable o incluso la esclerosis múltiple.

Aunque algunas investigaciones son aún muy incipientes, los expertos auguran un futuro muy esperanzador, hasta el punto de sopesar la idea de almacenar y congelar la microbiota fecal de toda la población para que cada uno de nosotros tenga un tratamiento a la carta cuando enferme.

El principio activo está en un poderoso extracto concentrado en los microbios fecales de una persona sana. Son estos los que se encargan de reconstruir la flora intestinal del afectado. «Es un preparado que ayuda a restaurar las bacterias beneficiosas reducidas o eliminadas por Clostridium difficile, una de las infecciones más importantes y resistentes en el ámbito hospitalario», explica Consolación Merino, del servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario La Ribera (Valencia).

Esta bacteria se hace rebelde cuando habita en la microbiota de personas que sufren algún problema que deteriora su sistema inmunológico o que destruye su flora intestinal, como puede ser la ingesta de antibióticos. En estas situaciones de vulnerabilidad, el invasor aprovecha para colonizar el intestino y empieza a devastarlo como, de hecho, estaba haciendo en el caso de Isabel. Ninguno de los intentos terapéuticos con distintos antibióticos funcionaba, así que sólo quedaba una opción: el trasplante de microbiota fecal.

«Mi calidad de vida era nula y como había leído en internet sobre este abordaje, la propuesta no me sorprendió nada», recuerda la paciente.

SE ESTÁ ESTUDIANDO EL PAPEL DEL TRASPLANTE FECAL COMO TERAPIA PARA ENFERMEDADES COMO EL COLON IRRITABLE

Aunque ya se anunciaban casos exitosos de Clostridium difficile tratados con trasplante fecal en Estados Unidos, fue en 2013 cuando un ensayo clínico publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine constató la eficacia definitiva de dicha técnica en este tipo de infecciones.

Los investigadores, de la Universidad de Ámsterdam (Holanda), compararon los resultados del trasplante fecal con el tratamiento convencional (vancomicina). “La superioridad fue tan grande (94% de curación frente al 27%) que no se consideró ético que la mitad de los pacientes se quedara sin el trasplante, por lo que se terminó haciendo en todos”, explica Jordi Guardiola, jefe de Digestivo del Hospital de Bellvitge (Barcelona), uno de los centros líderes en trasplante de microbiota fecal, junto a los hospitales Gregorio Marañón y Ramón y Cajal de Madrid.

El Mundo


Compartir: